Adoradores del Padre en Espíritu y verdad

por | May 26, 2021 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús encarna lo que es adorar al Padre en Espíritu y verdad.  Se espera, por lo tanto de los cristianos que seamos tales adoradores.

Los hombres somos capaces de estropearlo todo (SV.ES XI:174. 176. 236. 238. 314. 409. 450. 458).  Estropeamos aun el culto de Dios, por lo que nos volvemos falsos adoradores.  Y resultan odiosas y farsas nuestras fiestas, limosnas, oraciones y ayunos (Is 1; 58; Mt 6).

Pero se nos pide a los cristianos que seamos verdaderos adoradores.  Y lo seremos si nos fijamos en Jesús, en sus obras y palabras.  Esto supone, claro, intimidad con él; su savia ha de fluir en nosotros.

Y conocer a Jesús es conocer al que da el culto grato al Padre.  Es que hace él hasta la muerte la voluntad del Padre (Heb 10, 5-10; Fil 2, 8; Sal 40, 7-9).  Y no se puede destacar lo bastante que por el sacrificio de su cuerpo y sangre, consagrados somos todos.

Así nos ama Jesús hasta el extremo.  Y por amarnos, nos da él a conocer el amor del Padre.  El amor de Jesús refleja, sí, el amor del que tanto ama que entrega a su Hijo único.  Su experiencia del amor del Padre que comunica y contagia los deja a los de las periferias palpar la bondad del Padre.  Y no hay duda de que el amor de san José ayudó no poco a Jesús a gustar la bondad del Padre.

Se nos hace ver el amor del Padre para que nos hagamos verdaderos adoradores.

El amor de Jesús da a conocer que Dios es amor.  No cabe duda de que Dios hace proezas y salva con mano fuerte y brazo poderoso.  Pero es Padre, primero que nada.  Y aun quiere que le gritemos de modo más tierno:  «¡Abba! (Padre)».

Es Padre, sí, de todos nosotros, seamos de la raza, lengua o nación que sea.  Acoge él a hombres y mujeres de toda religión; ama a los buenos y malos, a los justos e injustos.

Y está en el cielo, pero se abaja para mirar a la tierra.  Pues él nos alza de la basura, nos da de comer y nos perdona.  También nos toma él de la mano para que no nos caigamos y para que nos libremos del mal.

Así que el Dios al que da a conocer Jesús no está lejos, sino cerca.  No se encierra en sí mismo; se abre más bien a los demás, y su ser rebosa de vida y de amor.  Y es por eso que vivimos, nos movemos y existimos.  También por eso, el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Y por el bautismo se nos capacita para sumergirmos en esa vida y en ese amor.  Si así nos sumergimos, si nos rebosamos de vida y amor al igual que Jesus, seremos adoradores en Espíritu y verdad.  Vivir como buenos hijos e hijas del Padre, alimentarnos, perdonarnos, confirmarnos, librarnos del mal unos a otros es ser verdaderos adoradores.  Si conocemos así el misterio de la Santísima Trinidad, no correremos el riesgo de no salvarnos (SV.ES XI:104).

Señor Jesús, concédenos sumergirnos en el amor del Padre y así convertirnos en verdaderos adoradores.

30 Mayo 2021
Santísima Trinidad (B)
Dt 4, 32-34. 39-40; Rom 8, 14-17; Mt 28, 16-20

0 comentarios

Enviar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

homeless alliance
VinFlix
VFO logo

Archivo mensual

Categorías

Sígueme en Twitter

colaboración

Pin It on Pinterest

Share This
FAMVIN

GRATIS
VER