“Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya”
Hech 20, 28-38; Sal 67; Jn I7, 11-19.
En el evangelio de hoy, Jesús encomienda al Padre a los que lo han escuchado y han decidido seguirlo, pues sabe que va a velar por ellos con el mismo amor que él mismo les ha mostrado; al mismo tiempo, reafirma el compromiso que hizo a sus seguidores: “no tengan miedo que yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”.
El Hijo de Dios conoce la tarea que nos ha confiado, sabe que no es nada fácil porque él mismo la ha vivido en carne propia; por eso nos hace hincapié en permanecer unidos entre nosotros, porque nuestra unidad será un escudo para luchar con mayor fuerza contra todo aquello que le quita la dignidad al ser humano. Unidos con el Padre y el Hijo, bajo la acción del Espíritu Santo. Es por nuestra unidad con el Creador de la vida y con nuestros hermanos y hermanas, que el mundo creerá y entenderá lo que les anunciamos. ¿Tú vives esta unidad?
El Señor, en su oración, reza por ti y por mí; no para que el Padre nos saque del mundo, sino para que nos libre de todo mal que destruye el mundo y para que nosotros seamos protagonistas en medio del mundo, seamos fermento de paz, de perdón, de justicia, de amor; fermento de Jesucristo nuestro Salvador, restaurador del mundo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Arzate Macías C.M.
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