El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.
Hech 16, 1-10; Sal 99; Jn 15, 18-21.
En el Evangelio, Jesús nos dice que nos ha sacado del mundo, de ese mundo que se rige por el odio, por la división y la destrucción de personas. Sí, nos ha sacado de ese mundo para llevarnos al mundo del amor, al mundo que nos hace dar frutos abundantes, al mundo que nos da una identidad nueva, una manera diferente de relacionarnos y convivir, el mundo de la unidad y la paz, el mundo de Jesucristo, el Hijo de Dios.
En un mundo donde muchas personas se inclinan por el odio y la destrucción, quien abraza la novedad del amor de Jesús y hace de él su estilo de vida, encontrará en el caminar de la vida diversas fricciones con los que se obstinan en vivir en el odio, así como las encontró Jesús a lo largo de su vida pública. Por eso Jesús nos advierte y nos invita a guardar su Palabra en nuestra boca y en nuestras acciones para que el mundo lo conozca, conozca esta novedad del amor que destruye y acaba con todo odio.
Por eso no podemos permanecer sentados, tenemos que salir, como San Pablo, que va de un lugar a otro llevando a Jesucristo y con Cristo, el nuevo mundo del amor que acaba con todo odio.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Arzate Macías C.M.
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