“Alabemos y cantemos al Señor. Aleluya”
Hech 15, 22-31; Sal 56; Jn 15, 12-17.
En la primera lectura de hoy escuchamos la última parte de aquel encuentro conocido como el “Primer Concilio de Jerusalén”. El diálogo de Pablo y Bernabé con los apóstoles, nos enseña a considerar varios pasos cuando tenemos dificultades o conflictos en la comunidad cristiana, en la familia o cualquier otro grupo.
Lo primero que nos enseña es que no nos podemos quedar enganchados en el problema, sino en la solución del problema; y enganchados en la solución del problema, tenemos que dejar que nos ilumine Cristo el Señor con su Palabra y dejarnos llevar por el Espíritu Santo. Estando todos en esta disposición de dejarnos conducir por el Señor, nos escuchamos y compartimos nuestras reflexiones sobre el problema que nos ocupa, para darle solución; así, todos los que participamos, entramos en un proceso de discernimiento desde Dios.
Al participar todos en la resolución del problema, es más fácil asumir los compromisos que nos llevan a dar solución a cualquier dificultad en la familia, en la comunidad cristiana o en cualquier grupo. Proceder así, es caminar en el amor los unos para los otros, es crecer en la amistad, es encontrar en los problemas una posibilidad de amar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Arzate Macías C.M.
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