Cuando me hablaron de los pobres por primera vez, me presentaron una figura que me era muy peculiar porque la veía a la salida de las iglesias los domingos o caminando por las calles: El típico limosnero que enfermo o sano se la pasaban pidiendo limosnas al vernos pasar. Pero lo que he aprendido después, que esos mendigos solo representan una fase de los que llamamos pobreza, porque en verdad ellos están sufriendo en carne viva, las necesidades de todo; Pero esos infelices no solo son los pobres, también hay otros pobres que necesitan ayuda:
- Los pobres que no tienen casa.
- Los pobres que están viviendo solos.
- Los pobres que no conocen a Jesús, ni a su iglesia.
- Los pobres que no reciben visita de un familiar en una casa de ancianos.
- Los pobres que están en una cárcel y todos sus amigos se olvidaron de él.
- Los pobres que están en un hospital y no reciben visitas, por miedo al contagio.
- Los pobres que perdieron su trabajo.
- Las pobres mujeres abusadas por maridos machistas.
- Las pobres jóvenes engañadas y llevadas a la prostitución con mentiras de una vida mejor.
- Los pobres trabajadores abusados porque no tienen papeles de inmigración.
- Los pobres que no pueden reclamar sus derechos porque viven bajo una dictadura.
- Los pobres que están atrapados por los vicios de la droga y el alcohol.
- Los pobres que no saben leer ni escribir.
- Los pobres que no saben el idioma del país que les toco venir a construir una vida mejor.
- Los pobres que son discriminados por su raza, color o preferencia sexual.
La lista de las diferentes clases de pobreza es interminable, quizás tú puedas agregar muchas más; pero yo te invito no a seguir haciendo la lista más grande, sino que veas la posibilidad de poder ayudar a una de esas víctimas de la pobreza, a veces decimos: “es que yo no tengo dinero para ayudar, porque ni me alcanza para mis gastos”, oye… aunque muchos de esos gastos tuyos son superfluos y podrías ahorrar para ayudar, pero eso es otra historia.
Lo que yo deseo destacar y llevar a tu conciencia es que no es necesario que organices un grupo ni una institución sino que veas la forma de cómo ayudar a uno de estos infelices que están sufriendo y que necesitan de una mano amiga, a veces, hasta una llamada por teléfono o una visita a un hospital, a una cárcel puede hacer la diferencia, invita a uno de tus amigos y por un día cambien la rutina de la discoteca o la playa y abran las puertas a un cambio que llenara de felicidad sus vidas y que recordaran por largo tiempo.
ELLOS ESTAN AHÍ ESPERANDOTE, NO LOS HAGAS ESPERAR MAS.
Víctor Martell
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