Jesucristo es el rey de las naciones. Aleluya
Hech 13, 26-33; Sal 2; Jn 14, 1-6.
«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos…”, nos dijo Jesús antes de su partida. Y nos recuerda: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
Esforcémonos pues en conocer el Evangelio, que debe ser el primer libro del cristiano. Porque, para nosotros, es imprescindible conocer a Cristo; hemos de mirarlo y contemplarlo hasta saber de memoria todos sus rasgos. No se ama sino aquello que se conoce bien, por eso es necesario que tengamos la vida de Cristo en la cabeza y en el corazón, de modo que, en cualquier momento, sin necesidad de ningún libro, cerrando los ojos, podamos contemplarlo como en una película. De esta forma, en las diversas situaciones de nuestra vida, acudirán a mente las palabras y los hechos del Señor.
Cuando se ama a una persona se desea saber hasta los más mínimos detalles de su existencia, de su carácter, para así identificarse con ella. Por eso hemos de meditar la historia de Cristo, desde su nacimiento en un pesebre, hasta su muerte y su resurrección.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Alicia Duhne
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