Que proclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya
Hech 9, 1-20; Sal 116; Jn 6, 52-59.
Al leer la conversión de Pablo en Damasco, me vienen a la mente muchas reflexiones sobre nuestra vida y la manera tan especial que a cada uno el Señor nos llama. Algunos pensamos que conocemos a Jesús desde nuestra niñez; sin embargo, hubo algún acontecimiento en especial que marcó nuestra vida y fue entonces, apenas, cuando lo descubrimos realmente. Algunos no tuvieron este inicio en la fe cristiana hasta varios años después de la niñez; otros lo han tenido siempre cercano.
Definitivamente Dios tiene sus caminos y sabe cuál es el mejor momento para llamarnos.
Pienso que debemos agradecer la forma como nuestro buen Padre Dios nos acompaña y nos va dando a conocer la misión que tenemos en nuestra vida (que a veces va variando según el transcurrir de los años).
Oremos para que el Señor nos haga saber cuál es la misión que nos pide cumplir en esta vida, y estemos preparados para el día que él desee llamarnos a estar en su presencia eternamente en el Cielo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Alicia Duhne
gracias