Dichoso el que cumple la voluntad del Señor. Aleluya
Hech 6, 8-15; Sal 118; Jn 6, 22-29.
La actividad apostólica que tuvo San Esteban y que culminó con su martirio es un ejemplo para nosotros, aunque muy probablemente Jesús no nos pida el martirio.
Frecuentemente estaremos en ambientes en los que tal vez no nos miren bien porque no entienden un comportamiento cristiano, ni muchas de las amables exigencias de la doctrina de Cristo. Debemos imitar entonces al Señor y a quienes le fueron fieles, actuando con serenidad, llevando una vida cristiana con todas sus consecuencias. Estas situaciones pueden darse en el trabajo, con los amigos o incluso con nuestra familia.
En ocasiones llaman fanático al que habla con entusiasmo de una causa noble o tratan de descalificar con diversos adjetivos al que tiene convicciones profundas sobre la vida y su destino final y trata de vivirlas.
No siempre podremos hablar de Cristo con nuestras palabras, pero podremos siempre ser testimonio de buenos cristianos y dar ejemplo de coherencia por la forma como vivimos. Dice un dicho: “las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”.
Si sentimos que nos faltan fuerzas, pidamos ayuda a Cristo y a los apóstoles.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Alicia Duhne
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