Una mañana de visita de las tantas logradas en la fila previo a la revisión de ingreso a la visita dominical en el Centro preventivo para varones anexo, zona 18 ciudad de Guatemala con los compañeros consocios, Silvia Crisóstomo y Rigoberto Roquel, conocimos a una pequeña que lloraba en las afueras del penal. La dejaron encargada con unas personas y pronto nos enteramos que la habían dejado con una señora de esas a las que se les paga unas monedas por cuidar todos aquellos bienes personales que no se pueden ingresar. Aquella niña lloraba desconsolada. Sin saber la razón o causa de su llanto, imaginamos que se trataba de un berrinche. El tiempo de espera fue transcurriendo y finalmente logramos pasar el puesto de registro y con el transcurrir del tiempo, nos apresuramos a cumplir con el deber de escuchar tantas y tantas anécdotas de los amigos privados. Terminamos jornada compartiendo una gaseosa y unas galletitas con el Dr. Angelus Mortis Gordus quien nos manifestó que estaba triste porque no había visto a su hija desde hace tiempo.
Derivado de esta situación, hicimos algunas diligencias para contactar a “La Chinita”, como él la llama. Por más que intentamos una oportunidad para un reencuentro, no había sido posible y meses después, en la siguiente visita, en compañía de mis compañeros Bomberos Voluntarios, Carmen Tello y Juan Hernández, nos comentó que finalmente “La Chinita” llego de visita con su mamá después de que nosotros nos retiramos. Fue en la última visita que realizamos hace dos meses atrás, pero no la dejaron ingresar por su edad y protocolos de pandemia, pero que le había mandado una nota que gustosamente leyó en presencia nuestra y que con un poco de sentimientos encontrados compartimos, porque es una nota según manifestó ella (La chinita) la quería leer en presencia de su papito, por que era para papito Dios y además para que estuviera informado papi, de lo que había sucedido en la recién pasada navidad 2020.
Te escribo ya que el día de hoy estoy preocupada, sé que tu atiendes todas mis oraciones y mis peticiones, pero en especial hay una que no me has concedido, le he pedido a Santa Claus ayuda con mis cartas pero tampoco he recibido respuesta, creo que sólo las lees en Diciembre, te escribo porque mi tío me dice que tú eres el jefe de Santa y porque veo que mis abuelitos te hablan siempre y veo que antes de llamar a otros para pedir ayuda, siempre acuden primero a ti.
Te cuento que llevo ya 5 años de no ver a mi Papa, mi mama me contó que ellos ya no están juntos, porque mi papa ya no va a regresar a la casa, ya que hay unos hombres que no lo dejan salir del lugar en donde está trabajando, mi papa se puso más triste porque mi mama ya quiere a otro señor, mi mama cree que no sé qué pasa pero yo sé que mi papa está preso.
Muchas personas me cuentan que mi papa es bueno, ayudaba a la gentes, amable, muy educado e inteligente, que tenía un gran futuro y muchos lo querían, tenía amigos, tenía familia y tenía trabajo; ahora que mi papa está ahí ya no tiene amigos, familia, está solo y esta triste, y que unos tales “Guichas” (los Vicentinos) lo abrazan y lo ven seguido, en vez mía.
Cada vez que puede mi papa me llama, pero siempre llora, me dice que me ama mucho y que pronto estaremos juntos, me manda cosas que él hace con sus manos, dibujos muy bonitos por supuesto.
La última vez que lo vi, estaba llorando detrás de una puerta que tenía muchos hoyos, y me gritaba que me amaba que cuidara a mi mama y que no olvide que él es mi papa, me imagino que él está más viejo, dicen que tiene lindos cabellos blancos en su cabeza y ahora me es difícil recordar su cara.
Si él no hizo nada malo, y todos hablan bien de mi papa, porque está ahí?
Creo que la gente que no conoce a mi papa y habla mal de él, es porque nunca han hablado con él. Escucho a mis tíos hablar con un señor de corbata que viene a mi casa y le dicen: “Licenciado, Si él es inocente ¿por qué sigue ahí?”. Solo te pido que ya no me traigas nada para Navidad. Solo quiero que mi papa este conmigo.
Espero que esta carta si te llegué.
Te quiero mucho.
(La Chinita)”
Terminamos aquella hermosa tarde compartiendo con los privados de libertad un caluroso apretón de manos deseando feliz inicio de año 2021. Servimos un suculento tamal donado por nuestros bienhechores, compartimos unas sorpresas de dulces en bolsitas de papel preparadas con hermosas etiquetas conteniendo lindos mensajes elaboradas por una familia Amatitlaneca, Vicentina de corazón, y con nostalgia recordamos que “La Chinita” (Ana Belén), sin saberlo, también recibió una bolsita de sorpresas, que le proporcionamos para que endulzara sus lágrimas sin saber porqué lloraba aquella mañana. Viéndolo bien al igual que el Niño Jesús no tuvo lugar digno en donde nacer, Ana Belén tampoco tuvo, ese día por situaciones COVID-19, un lugar en donde poder volver a ver a su papa, el Dr. Angelus Mortis Gordus.
Mario Andrez Gutierrez Hernández,
Conferencia Santa Luisa de Marillac, Guatemala
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