“El que no está conmigo, está contra mí”
Jer 7, 23-28; Sal 94; Lc 11, 14-23.
Le dice un padre a su hijo cuando iban por una ladera: –¿Escuchas algo además del canto de los pájaros? Sí, le dice el joven, el ruido de una carreta. –Muy bien, dice el padre, y esa carreta está vacía. –¿Vacía? ¿y cómo lo sabes si no la hemos visto? –Muy fácil: por el ruido. Cuanto más vacía está, mayor es el ruido que hace.
Todos los días nos abruma el ruido de tantas personas, de tantas noticias, el escándalo del día, las estadísticas del mundo. Tenemos de todo, vivimos un tiempo de mucha confusión: las redes sociales, las series de televisión, etc. ¡Qué vacío de lo que vale la pena es todo eso!
Y también está presente Jesús, aquel que no hace ruido cuando se hace presente en la Eucaristía o cuando nos comunicamos con Él en la oración; quien tiene el poder de expulsar los demonios de nuestras inconsciencias e instaurar la paz en nuestro corazón y en nuestros ambientes.
¿Pienso yo mal de otros más fácilmente que de lo que les acredito con algo bueno?
Señor, dame la gracia para ver lo mejor en los otros, tal como yo quiero que ellos vean lo mejor de mí..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Adrián Acosta López C.M.
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