Cuando he enseñado los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), he mencionado que hay dos relatos de la Anunciación en el Nuevo Testamento. A menudo, esto puede hacer dudar a mis oyentes. Sólo pueden identificar el que involucra a María, y no relacionan la idea con José. Sin embargo, al principio del Evangelio de Mateo, la experiencia de este hombre santo también puede merecer el calificativo de «Anunciación». Al igual que María, José recibe una visita angélica (en sueños). El mensajero celestial le dice que el niño que hay dentro de María viene a través del Espíritu Santo y que debe llamarlo «Jesús». José recibe la misma información básica y maravillosa que había recibido María, aunque en un medio diferente. Me he sentido cómodo y confiado en esta afirmación. Sin embargo, es evidente que me he perdido algo.
En su carta encíclica, Patris Corde («Con corazón de padre»), el papa Francisco escribe sobre san José y, entre las cosas llamativas que dice el Santo Padre está:
En cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní. (PC 3)
¡El fiat de José! Una vez dicho, es tan claro y apropiado. «Fiat» es la palabra latina que significa «hágase». Esta afirmación recoge el enfático «Sí» de María al ángel.
María dijo: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra». Entonces el ángel se alejó de ella. (Lc 1,38)
La palabra se ha introducido en el español desde ese contexto. Sí, el fiat de María recibe una clara expresión verbal al entregarse a la voluntad de Dios. También podemos reconocer el modo en que Jesús entrega su propia voluntad a la del Padre en la Agonía del Huerto:
Jesús oró: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya«. (Lc 22,42)
De nuevo la entrega de uno mismo a los planes del Padre: el fiat de Jesús. ¿Qué tiene de sorprendente que el tercer miembro de la Sagrada Familia adopte esta actitud?
Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y se llevó a su mujer a su casa. (Mt 1,24)
El fiat de María y de Jesús recibe una expresión verbal seguida de otra física; el de José procede sin palabras, ya que expresa inmediatamente su «fiat» en acción, tal como el ángel le había ordenado.
Con el fiat de María, queda embarazada de Jesús y comienza su papel de madre. Con el fiat de Jesús, éste recorre el camino de la cruz. Con José, el fiat se expresa con fuerza en la obediencia, en la protección y la educación, en el amor y la compañía. Mirando hacia atrás, puedo reprenderme por no haber reconocido la idoneidad de esta palabra y este concepto en la vida de José. ¡Gracias, papa Francisco!
Una breve reflexión puede permitirnos también ver el significado y la expresión de esta palabra en la vida de Vicente y Luisa:
“Seamos sumisos a la Providencia, Él se ocupará de nuestros asuntos a su tiempo y a su manera” (Vicente de Paúl)
Y, nuevamente:
No podemos asegurar mejor nuestra felicidad eterna que viviendo y muriendo en el servicio a los pobres, en los brazos de la providencia y en una renuncia actual a nosotros mismos, para seguir a Jesucristo (Vicente de Paúl)
gracias y felicidades
Muito esclarecedor.
Obrigada.