“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”
Gen 37, 3-4. 12-13. 17-18; Sal 104; Mt 21, 33-46.
La viña preparada para ser trabajada y dar frutos a su tiempo es esta vida que hemos recibido como don y como encomienda. Es este mundo que nos toca transformar siempre en algo mucho mejor. Mundo que se concretiza en el ambiente de trabajo, entre los vecinos, entre los amigos, entre la familia cercana y la no tan cercana. Esa otra persona que todos los días recibe nuestras palabras y acciones.
Pero nos puede suceder, como a los arrendadores de la parábola de Jesús, que nos creamos “dueños”, y se nos olvide que tenemos que entregar frutos: buenas actitudes, acciones generosas, honestidad y transparencia en lo que trabajemos.
Que el otro primero reciba de mí lo que yo quisiera recibir de él, y como yo lo quisiera recibir. Que, como San Vicente de Paúl y tantos otros santos, seamos capaces de amar, amar con todo el esfuerzo que se necesita, hasta que duela.
¡Señor, te pido saber alimentarme bien de Ti, tanto de tu Palabra como de tu Eucaristía, para tener las fuerzas que necesito para trabajar bien en tu viña!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Adrián Acosta López C.M.
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