En esta ocasión quiero compartir el poema que pude escribir sobre la experiencia vicentina de alguien que ha sabido encarnar el Espíritu Vicentino, en Guatemala. Desde la prisión, todos le llaman: Angelus Gordus Medicus… y es así como he querido titular mi poema.   ¡Que lo disfruten!

En todos los tiempos ha habido gentuza, marginados vagabundos. Incluso en la época misma de Jesús hubieron escándalos. Incluso con las personas de muy poca virtud, “malditos” era que le decían los fariseos. Por cierto, en todas las ciudades del mundo existe la misma indiferencia por estos infelices amigos. Como Vicentinos no conocemos ese olor a marginación del que todos o la mayoría de la población murmura; que están allí por que se lo merecen. Pero, ¿Qué pasaría si tu hermano o un familiar muy querido estuviera encerrado tras esos barrotes cumpliendo una condena quizá inocente, según tú? Nadie estamos exentos de poder estar en esa situación. Como humanos reprochamos los delitos en contra de la humanidad pero, también, es un derecho fundamental que los privados de libertad sean tratados en condiciones y garantías de atención de acuerdo a su necesidad. Sin embargo, las leyes en un país, no son lo que todos esperamos. Quedan en el anonimato tantas sentencias de personas inocentes con anécdotas que casi a nadie les interesa saber. Hoy en día se critica también al sistema penitenciario, pero ninguno se esmera por llegar a un puesto administrativo y con su buena educación como jurista o como egresado del Alma mater, promover una mejor condición en materia de justicia, por el bien de nuestro país y de las futuras generaciones, sin perseguir intereses económicos o monetarios; así mismo, ganarse una admirada reputación.

Vienen a mi tantos pensamientos inspirado en el Señor Vicente quien, sin ponerse a pensar que opinaban de él los demás, se hizo cargo de las cárceles cargando sobre él aquel derecho de alimentación, vestido , apoyo moral y espiritual ante todo. Las Hijas de la caridad también integraron este proyecto con la “Distribución de la ropa blanca todos los domingos”.

Es irónico que en nuestra querida Guatemala los reos tienen derecho a la salud, pero deben ser trasladados de sus granjas penales hacia los centros hospitalarios de la red nacional para ser atendidos por casos de urgencia, mientras que dentro de los mismos penales debiera de existir una clínica equipada para tales casos y no tener que recurrir a noticias desagradables como sucedió en el hospital Roosevelt en el año 2017 cuando, en el intento por recapturar a un reo, 7 personas resultaron fallecidas y 12 más heridas. Ya desde el 2013 dentro de nuestras reuniones de conferencia de los domingos decidimos integrarnos en una nueva misión, previo a descubrir este nuevo servicio poco atendido: Tiramos las redes a un mar desconocido para nosotros y de esta manera conocimos, el Sector B para varones anexo en zona 18 de la ciudad capital.

Se inició este proyecto y fuimos conociendo a personas realmente fabulosas; apestosas a fango, cubiertas de pensamientos de desecho, con una inmensidad tan profunda de sentimientos que, hasta la fecha, no hemos podido tocar fondo con ninguna pero, si hemos logrado organizar al menos escucharlos, abrazarlos, darles un momento de alegría, cambiarles su harapienta ropa al menos una vez cada dos meses entre otras situaciones o lo que la divina providencia provea. También ponemos en el altar cada vez que podemos todo aquello que no podemos resolver de ellos. Sin embargo, hemos zarpado un pez enorme que, a nuestro parecer, cumple una sentencia incierta llena de una culpabilidad que tampoco conocemos en su totalidad pero, que nos valimos de él, para remozar y equipar con insumos, cada vez que podemos, una pequeña clínica de asistencia para los reos del sector y algunos de los circundantes. El Dr. Angelus Mortis, “Gordus” como le apodamos, es un galeno de profesión, Bombero Voluntario de vocación, ahora Vicentino de palabra por su don incansable de servicio, mismo que posee un intelecto estupendo, a opinión nuestra; un científico anónimo y con quien, en conjunto, hemos logrado conocer varias historia de tantos desvalidos internos allí. Hemos conocido, también, un paisano conocido como “Saqueo”, por su baja estatura, que cumple una condena por delito mayor, y así también nos hemos visto rodeados por un conjunto ahora de compañeros INTERNOS, por supuesto, a los cuales todavía no conocemos su interior por razones propias de ellos mismos.

Gracias a la Divina Providencia se ha logrado muchísimo, aunque sea en pequeños detalles. Con los consocios Rigoberto Roquel y, algunas veces, en compañía de Silvia Crisóstomo, recordábamos en la última visita juntos que la primera vez teniendo esta experiencia siempre esta la intriga, el susto y la armonía de lo que debamos pasar mientras realizamos nuestro trabajo y, aunque a veces, somos valientes de corazón, los tres coincidimos en algo: Hemos terminado la jornada haciendo una oración sustentada en verdaderas lágrimas de sentimientos encontrados allí afuera del penal y con el alma llena de sentimientos no sin antes compartir que cada despedida con los internos es dura, porque no con todos podemos todavía rezar al oído, mientras nos despedimos con un abrazo, la oración del Angel de la Guarda.

Con todo el cariño de siempre queremos ser la voz de los sin voz, esperando pronto se haga justicia y se cumpla el designio de Dios con el Angelus Mortis Gordus, para que juntos compartamos a todo el mundo las proezas que Dios nos concede y de las cuales somos salvos, por ser fieles a su amor y compasión. A veces las personas con un mal pasado, terminan teniendo un mejor futuro.

Mario Andrez Gutiérrez Hernández,
Conferencia Santa Luisa de Marillac,
Guatemala