“Cuídense de la levadura de los fariseos”
Gén 6, 5-8 ;7, 1-5. 10; Sal 28; Mc 8, 14-21.
La levadura es ese fermento que hace inflamar, crecer, esponjar la masa para el pan. Jesús nos previene de la “levadura de los fariseos”, esa levadura que todos podemos tener: el amor propio desbordado.
Jesús vino a darse como pan, a repartirse entre la gente sencilla; nosotros, por el contrario, muy frecuentemente nos preocupamos sólo por aparentar, por figurar, por tener o dar buena imagen… como los fariseos. Pongamos atención realmente a lo que Jesús trata de enseñarnos o, por el contrario, seguiremos sin entender su mensaje.
Jesús amonesta a sus discípulos, que no salen de su reducido pensamiento. En ellos nos invita también a nosotros a abrir los ojos a realidades nuevas, a otras expectativas y experiencias, a una nueva forma de enseñar, horizontes más amplios para evangelizar… Y nos pide hacerlo todo desde la sencillez, no con la arrogancia de los fariseos. Los discípulos tendrán que estar más atentos para captar la nueva forma de acercar a los hombres a Dios. Aprender de su maestro y no seguir el estilo de los orgullosos. Ni sentirse menos, por no tener la preparación de ellos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Gilberto Velarde Osuna
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