“Señor, que no seamos sordos a tu voz”
Deut 18, 15-20; Sal 94; 1 Cor 7, 32-35; Mc 1, 21-28.
El salmo de hoy es una petición para no ser sordos a la Palabra. No se trata de una sordera material, de una limitación física, es una sordera espiritual que nos conduce a que, aunque escuchemos, leamos o memoricemos la palabra de Jesús, no nos transforma ni nos conduce a un cambio de vida. Y es que no dejamos que la Palabra guíe nuestra relación con los hermanos, con la comunidad.
El evangelio nos comunica en este día la fuerza de la Palabra: nos habla sobre la reacciónde los asistentes a la sinagoga ante la doctrina de Jesús, se asombran por la autoridad de su predicación, por la franqueza y convenci- miento con que les hablaba. Y además vemos la reacción de un espíritu inmundo que tenía poseído a un hombre, espíritu que lo abandona ante la orden de Jesús.
En el rezo del Ángelus que hizo el Papa Francisco el 1° de febrero de 2015 dijo: “el Evangelio es ‘Palabra de Vida’… que libera a quienes son esclavos de muchos ‘espíritus malignos’ de este mundo, tales como la vanidad, el apego al dinero, el orgullo, la sensualidad… ¡El Evangelio puede y quiere cambiar nuestro corazón!”
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José
0 comentarios