“… se decía que estaba fuera de sí.”

Heb 9, 2-3. 6-7. 11-14; Sal 46; Mc 3, 20-21.

La primera lectura de hoy nos hace una presentación contrastante: nos habla del Templo de Salomón, tal como está descrito en el Antiguo Testamento, donde se realizaban los ritos sacerdotales, a continuación, nos narra las acciones de Jesús como sumo Sacerdote: “No lleva sangre de machos cabríos, sino la suya propia”; es el propio Jesús quien se entrega por nosotros y por nuestra redención. El texto de Hebreos hace énfasis en que, el de Jesús, es un sacrificio que nos purifica y nos prepara para dar culto a Dios.

Complementando la imagen de Cristo en su función sacerdotal, el Evangelio de hoy nos lo presenta entregado al servicio de los demás, tanto, que ni tiempo le dan para comer. Pocos entienden el actuar de Jesús. Sus familiares llegan y tratan de llevárselo, tratan de impedir su misión porque, decían, “estaba fuera de sí”.

¿No tendremos actitudes semejantes al ver a personas que eligen servir a los demás? ¿No diremos que están “fuera de sí”, cuando no ponen en primer lugar su propio egoísmo? El llamado de Dios es muy fuerte y, a quienes lo escuchamos, nos es obligado brindar comprensión y apoyo a nuestros hermanos.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José