“… dolido por la dureza de su corazón…”

Heb 7, 1-3. 15-17; Sal 109; Mc 3, 1-6.

Marcos nos ha presentado en el capítulo 2 y ahora, al inicio del capítulo 3 de su Evangelio, lo mucho que le cuesta a Jesús que los fariseos acepten su palabra, la nueva visión que presenta de la Ley: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos”, “a vino nuevo, odres nuevos”, “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” y ahora: “¿Qué está permitido en sábado, hacer lo bueno o lo malo?”.

Tienen tanta dureza en su corazón esos fariseos, que no ven las necesidades humanas; están obcecados con una interpretación literal de la ley en la que no hay lugar para actuar con misericordia. Pero Jesús le da un nuevo sentido a la Ley mediante su palabra, que acompaña con signos, con milagros, probando con ello que el Reino de Dios está presente.

Aunque no debemos dejar de lado que en este episodio está también presente la fe, la confianza de ese hombre paralítico que responde al llamado que le hace el Maestro: “Extiende la mano”; ejecuta la orden y queda curado.

¿Actuaremos también nosotros con misericordia poniendo en primer lugar la necesidad de nuestros hermanos? ¿Tendremos la suficiente confianza para permitir que Jesús actúe en nuestras vidas?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José