«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado»
Heb 6, 10-20; Sal 110; Mc 2, 23-28.
Entre los judíos, las tres más grandes instituciones eran: el Sábado, día dedicado a Dios; el Templo, lugar del encuentro con Dios; y la Ley, donde estaba plasmada la voluntad de Dios.
A través de los siglos los judíos se comunicaron, de generación en generación, estos fundamentos de su fe, ya sea por tradición o por costumbre. Pero su observancia rígida le había quitado al pueblo la naturalidad del actuar humano, la libertad concedida por Dios y había dejado de lado la grandeza de la principal maravilla de la creación: el hombre.
En el Evangelio de hoy Jesús señala que las leyes son para beneficio del hombre, no para esclavizarlo. Nos pide dejar de lado el fanatismo, dejar de ser “lobos para el hombre” y tratarnos como hermanos.
El Papa Francisco dice que la Iglesia está llamada a vivir su misión en la caridad, que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que, fiel a su naturaleza como madre, siente el deber de buscar y curar a las ovejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia.
Y nosotros, ¿condenamos a los que no cumplen con “nuestra visión” de las normas de la comunidad?
¿O los acogemos amorosamente como hermanos, teniendo presente que todos somos Hijos de Dios?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José
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