“No necesitan médico los sanos, sino los enfermos”
Heb 4, 12-16, Sal 18; Mc 2, 13-17.
El capítulo 2 del Evangelio de Marcos muestra a un Mesías enfrentando las costumbres de su tiempo. Aparentemente quebrantando la ley, porque en lo que leímos ayer escandaliza al perdonar los pecados del paralítico. Y en la lectura de hoy vuelve a escandalizar porque invita a un recaudador de impuestos a que se le una, y se sienta a comer con publicanos y pecadores. Aparentemente no sigue las leyes de su sociedad y de su cultura, aquellas leyes que los fariseos se preciaban de seguir al pie de la letra.
En el Evangelio de Mateo 5, 17 leemos que Jesús nos dice: “No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”. Y da cumplimiento al hacer presente la misericordia de Dios: perdonando pecados, curando enfermos, recordando al Buen Pastor que cuida a sus ovejas y va en busca de la Oveja Perdida (Lucas 15, 4-7; Mateo 18, 12-14).
Debemos recordar la actitud de nuestro Señor cuando encontremos a personas que no lo conocen o que, conociéndolo, se han alejado de Él. No hay que juzgarlos erróneamente sino procurar convencerlos de que se unan al proyecto del Reino.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José
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