“Como no podían acercarlo a él, levantaron el techo”
Heb 4, 1-5. 11; Sal 77; Mc 2, 1-12.
¡Qué gesto el de estos 4 hombres! Llevaban en camilla a un paralítico, ¿un familiar, un amigo? no nos lo dice el evangelista, pero sí transmite la gran necesidad que tenían de llegar a Jesús para apelar a su misericordia.
Nuestro Señor se percata de la gran fe que tienen y perdona los pecados del paralítico. Unos escribas presentes dudan de que Jesús tenga la autoridad para hacerlo, únicamente los convence lo material, lo que pueden ver y palpar. No comprenden que también había parálisis en el alma de ese enfermo.
Entonces Jesús, conociendo lo incrédulo que somos los humanos, otorga al enfermo un doble regalo: perdona sus pecados, dando alivio a su alma, y le otorga además el beneficio material de curarlo de su incapacidad. Ese doble regalo le llega por la misericordia de Jesús, pero también tuvo el regalo que le dieron esos 4 amigos que buscaron acercarlo al Mesías para que estuviera a su lado. ¡Qué afortunado!
Y nosotros, ¿buscamos acercar a Jesús a los enfermos de alma y cuerpo, a los que necesitan su misericordia y consuelo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José
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