“Señor, si quieres puedes limpiarme”
1 Jn 5, 5-13; Sal 147; Lc 5, 12-16.
Una petición sencilla hecha por un leproso, un enfermo que en su época era un proscrito, un ser humano que, de acuerdo a las leyes, tenía que apartarse de la sociedad para no contagiar. Movido por su necesidad sale al encuentro de Jesús y reconociendo su poder le hace su petición.
Nuestro Señor se compadece y lo cura diciendo: “Quiero y puedo”. Y le da el regalo de la curación material de la lepra, con lo que también le da el regalo de dejar de ser un marginado de la sociedad.
Para la mentalidad y leyes de la época Jesús también fue un transgresor al tocar al leproso. Pero bien sabemos que Jesús vino a revolucionar al mundo, a decirnos con palabras y con acciones que lo importante es el amor. Nos muestra que, si nos topamos con alguien necesitado, lo que hay que hacer es brindarle apoyo material y espiritual.
En estos tiempos también hay marginados, por tener cierta enfermedad, por su edad, por abandono. Ejemplos sobran: enfermos de Sida, ancianos en asilos, niños en orfanatorios o que viven en la calle…
No debemos cerrar los ojos a esa realidad y hay que buscar ayudarlos por todos los medios. Siempre apoyados en la oración, como Jesús nos lo muestra al final de este evangelio.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José
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