“El niño iba creciendo y fortaleciéndose”
1 Jn 2, 12-17; Sal 95; Lc 2, 36-40.
San Lucas ya nos había presentado a una pareja de ancianos para representar la Antigua Alianza y la caducidad a la que había llegado; eran el sacerdote Zacarías y su esposa Isabel (descendiente del sacerdocio de Aarón). Ahora nos presenta a Simeón y a Ana, dos personas justas que aguardan el cumplimiento de las promesas de Dios y que anuncian al joven matrimonio de María y José que su hijo representa la nueva y definitiva Alianza.
Nosotros también nos encaminamos al desenlace de este año civil, peculiar como él solo, y ojalá que, en medio de las dificultades afrontadas y asumidas, lleguemos con la firme y alegre esperanza de los ancianos Simeón y Ana que, contra toda esperanza, supieron reconocer que algo nuevo estaba por surgir y anunciarlo a quienes les rodeaban.
Pidamos a Dios Padre que nuestras esperanzas de una vida más plena sean guiadas por el ejemplo de vida de Jesucristo el Señor, y que guiados por las acciones y actitudes del Espíritu Santo, sepamos consolar a quien necesite ser consolado y estemos dispuestos a denunciar lo que necesite de una profunda transformación.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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