“El niño crecía y se fortalecía”
Gen 15, 1-6; 21, 1-3; Sal104; Heb 11, 11-19; Lc 2, 22-40.
Hoy, primer domingo después de celebrar la gran fiesta de la Encarnación de la Palabra de Dios en la persona de Jesucristo el Señor, conmemoramos a la Sagrada Familia.
Es esta fiesta litúrgica una invitación a que, a ejemplo de María y de José, seamos personas que se dejan configurar, transformar y renovar por la acción del Espíritu Santo, y unidos a Cristo y en Cristo no sólo nos preocupemos por el bien de aquellos con quienes tenemos un vínculo sanguíneo, sino, tal como nos pide Jesús, estemos dispuestos a formar familia con todos aquellos que desean de corazón escuchar la Palabra de Dios, llevarla a su mente y a su corazón, dejarse reconfigurar por ella en cada ámbito de su vida y disponerse a crear proyectos que mejoren la vida de propios y extraños.
Pidamos al Señor que haga de la Iglesia una gran familia en torno a Jesús y que sepamos convivir fraternamente, también, con aquellos que no pertenecen a nuestros grupos culturales, políticos o religiosos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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