“Dichosa tú, que has creído”
Sof 3, 14-18; Sal 32; Lc 1, 39-45.
El evangelio según San Lucas va repitiendo, como a manera de estribillo, la presencia y acción del Espíritu Santo: en Zacarías, en María, en José y ahora, en Isabel y Juan el Bautista que está aún en el vientre de su madre.
El misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios insiste en que, aquellos que dejan al Espíritu Santo fecundar su mente, su corazón y su proyecto de vida, no se lo pueden guardar para sí mismos, necesitan compartirlo con los demás; así como María, que corrió presurosa a visitar a su prima Isabel a participarle de la alegría del Evangelio. Por su parte Isabel, apenas siente llegar a su prima María, se llena del Espíritu Santo y el pequeño Juan Bautista, salta de gozo en su vientre: “Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Pidamos, también nosotros al Señor, que sepamos recibir la presencia y acción del Espíritu Santo y que le dejemos configurar nuestra manera de pensar, sentir, decidir, actuar y perseverar, conforme al estilo de vida de Jesucristo, el Señor.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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