“Ven , Señor, a perdonar los delitos de tu pueblo”
Sof 3, 1-2. 9-13; Sal 33; Mt 21, 28-32.
Una persona “íntegra” es aquella que tiene unidad entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace. La mayoría de las veces no logramos tal integridad en nuestra vida; sin embargo, es más íntegra la persona que cuando se equivoca, lo reconoce, que aquella que a toda costa trata de salvar su reputación y no cambia de parecer, aunque todo apunte en su contra.
El evangelio nos presenta hoy un caso semejante: un hijo que dijo al padre “voy”, pero no fue, y otro que dijo “no voy”, pero a final de cuentas cambió de opinión y fue. Jesús insiste en el valor del proceso de arrepentimiento, conversión y reconciliación. Se vale equivocarnos, siempre y cuando lo más pronto posible nos demos cuenta de ello, hagamos los ajustes necesarios y compartamos los beneficios de este proceso con los demás.
Pidamos al Señor que nos conceda el valor para darnos cuenta cuando nos hemos equivocado y nos ayude a actuar en consecuencia, para ser testimonio de la acción transformadora y renovadora de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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