“Habitaré en la casa del Señor toda la vida”
Is 40, 25-31; Sal 102; Mt 11, 28-30.
En este proceso de revisión de nuestra vida, preparándonos para celebrar la gran fiesta de la Encarnación de la Palabra de Dios, este día conmemoramos en México y el mundo, a San Juan Diego, interlocutor y embajador de la Virgen María en su advocación de Guadalupe.
Juan Diego es un ejemplo de cómo Dios nos busca y nos sale al encuentro, y se vale de todos los medios, para que su cercanía y misericordia transformen nuestra vida y la de los demás, sin importar nuestras limitaciones. Es así que la Virgen de Guadalupe, madre del verdadero Dios por quien se vive, pedirá a Juan Diego gestionar un lugar de encuentro tanto para los nativos de las tierras aztecas y vecinas, como para las personas venidas de más allá del océano. Juan Diego reconocerá que no es la persona más indicada para esta misión, pero, justo por ello, la Virgen le dirá que es la persona más adecuada para que la acción de Dios se muestre con mayor evidencia.
Pidamos nosotros también al Señor que, con María y los santos, podamos aprender a colaborar en el anuncio del Evangelio desde nuestras condiciones.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
0 comentarios