Novena a la Virgen Milagrosa 2020: día 9

por | Nov 26, 2020 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Oración:

Padre de misericordia, que en tu Hijo Jesucristo nos has enseñado el amor a la humanidad, a todos nuestros hermanos, haz que avancemos juntos hacia tu Reino y nos veamos liberados de las ataduras y las esclavitudes del pecado. Concédenos la gracia de caminar siempre por los senderos de la caridad y del amor, ayudados por la fuerza del Espíritu Santo que movió a tantos discípulos a entregar la vida por el Evangelio. Que podamos algún día ser piedras vivas en la Iglesia misionera y universal.

Te pedimos que, a través de la meditación de tu Palabra y orando con fe esta novena, podamos abrir nuestro corazón a la gracia de la conversión; y quienes portamos la Medalla Milagrosa, seamos verdaderos discípulos y testigos de Cristo Resucitado para superar las contrariedades del mundo y llevar a otros la esperanza y la paz. Amén.

Padrenuestro.

Gloria.

Oración a la Virgen María:

¡Madre de nuestro Pueblo! La dulzura de tu mirada nos acompañe en esta novena que dirigimos en tu honor bajo la advocación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que todos podamos redescubrir la alegría de ser hijos de Dios.

Queremos recibir de tus manos prodigiosas esos rayos de misericordia infinita que tú derramas sobre nosotros; ser nuevos y verdaderos discípulos capaces de comunicar a otros el mensaje liberador de Nuestro Señor Jesucristo. Ayúdanos a encarnar el Reino de Dios para hacerlo vida en medio de nuestra comunidad y de nuestra familia. Tú has asimilado con amor la Misión del Padre y nosotros queremos salir contigo al encuentro de los pobres y de los que sufren; queremos ser para los demás, rostro de madre que ama, cuida, contempla y enseña. Amén

– Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Dios te salve María…

Gozos:

Respuesta: puede ser el estribillo de una canción o la jaculatoria (Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti.)

Madre Milagrosa, de ternura y compasión
que haciendo historia de salvación
vas caminando siempre con tu pueblo
que a ti clama en la aflicción.

En mil ochocientos treinta,
en Francia, Calle del Bac,
auna pobre novicia,
la virgen santa se apareció.
Eran vísperas de San Vicente,
noche silenciosa de julio,
cuando la Madre dejó su trono
y en una pequeña capilla se presentó.

Siendo la media noche
un Ángel se apareció
para darle un anuncio
de parte de la Madre de Dios.
Las luces se iban prendiendo,
las puertas se iban abriendo
y al llegar a la capilla la hermana ansiosa la esperó.

La voz del cielo anunciaba
que la madre llegó.
La sede sacerdotal
con humildad ella ocupó.
La hermana Catalina
sus manos colocó
en las piernas de la Madre
y misión ella le encomendó.

En una mañana de noviembre
los sentidos no lo percibieron
pero un corazón atento
nuevamente a la Madre observó;
las insignias de la medalla
que Catalina vio, se han convertido
en fuente de milagro y amor.

“Haz acuñar una medalla”,
la Virgen le pidió
para ser portada por los fieles
con gran devoción.
Madre Santa, tu gran Medalla
es emblema de tu amor,
hoy nosotros la portamos
en señal de filiación.

Sea por Jesús, sea por María,
sea por el ejemplo de los santos que nos guían.
Y que por la Medalla Milagrosa
alcancemos la gracia de convertir
nuestros dolores en alegrías.

NOVENO DÍA

La Virgen y la Iglesia opción por el Amor.

Frase: “Con Jesús y María abrimos nuestros corazones a la gracia de amar y ser amados”

Signo: Los dos corazones, el de Jesús y de María, acompañado de muchos corazones que tengan el nombre de alguno o todos los participantes.

Comentario inicial: Hoy es nuestro último día de preparación para la fiesta de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, así le damos gracias a Dios y a la Virgen por este regalo de amor, gracias a esa iniciativa celestial y a esa aceptación humana, llegó nuestro Salvador Jesucristo. No es una coincidencia que la Virgen se haya aparecido en las vísperas del primer domingo de adviento, ya la fecha nos evoca esa realidad mesiánica, la Virgen de la Espera, es la Madre que nos invita a dejar nacer a Jesús en nuestras vidas.

Llamados a pedir perdón:

  • Perdón Dios Padre por no reconocer tu amor: amor infinito con que nos amas y sobrepasa nuestro entendimiento; y amor tierno, patente en cada creatura creada a tu imagen y semejanza.
  • Perdón Dios Hijo por no respetar el amor que nuestro prójimo nos ofrece; amor que nos enseña que no hay otro más grande que el que da la vida por quien más se ama; amor que es la base de tu Evangelio; amor que se consumó en una cruz.
  • Perdón Dios, Espíritu Santo por no reflejar el amor que enciende nuestros corazones; amor con el que debemos incendiar nuestra vida; amor que transforma y cambia; amor del Padre y del Hijo que en unión contigo son vínculo de amor perfecto. Permítenos, Santísima Trinidad, broche de la perfección, revestirnos siempre del amor (Col 3, 14).

Lectura del Texto Bíblico: 1 Corintios 13, 1-7

“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Llamados a dar gracias:

  • Te damos gracias Señor porque nos has llamado desde antes de nacer a ser cristianos y nos has dado la misión de llevar la buena noticia del Evangelio a muchos pueblos.
  • Te damos gracias Señor por permitirnos ser miembros de tu Iglesia, en ella podemos alimentar nuestra fe y cimentar nuestra vida en el amor.
  • Te damos gracias Señor porque nos has regalado la caridad, que es la manifestación del amor, haz que por medio de ella podamos verte en el rosto del necesitado.

Reflexión:

Pablo nos dice que la caridad, un sinónimo del amor, es capaz de soportarlo todo, y que, por encima de todos los demás dones, el amor prevalece, “si no tengo amor nada soy”. La Medalla Milagrosa no estaría completa si no tuviera esos dos corazones radiantes que nos señalan la caridad que traspasa fronteras físicas y morales, que es capaz de darlo todo por el bien de los demás.

El corazón del Señor tiene una corona de espinas, Él es Rey, pero no con los estándares del mundo, su reinado no es de dominación ni de riquezas, su reinado es una invitación a asumir el Reino de Dios con humildad, soportando con amor las injurias y respondiendo sin violencia a los ataques de nuestros enemigos.

El corazón de María tiene una espada atravesada. Como vemos son dos corazones violentados, dos corazones que son víctimas de la violencia humana, pero que permanecen vivos. Hoy vivimos en una sociedad que pregona la violencia y la venganza como salidas para los conflictos, muchos de ellos cotidianos, pero la Iglesia está llamada a responder con actitudes de paz, que inviten a la conversión incluso de sus propios verdugos.

Estamos afrontando como familia humana muchos problemas, entre ellos la destrucción masiva de nuestro planeta y las enfermedades como el covid 19 que ha paralizado la economía en muchos lugares del mundo, y ha producido grandes males y muertes. Que la Medalla Milagrosa, colgada en nuestro pecho, sea un aliciente para responder con amor y esperanza ante los desasosiegos que nos quieren paralizar.

Llamados a suplicar a Dios:

  1. Señor, haz que la Iglesia sea promotora del diálogo interreligioso y lugar de encuentro donde se respetan las diversas maneras de pensar, para que nos encaminemos a un mundo comprensivo y respetuoso de lo distinto.
  2. Que a ejemplo de María, que se conmovió ante el sufrimiento ajeno, la Iglesia actúe con solidaridad ante las crisis por las que el mundo pasa, de tal manera que con nuestras acciones hagamos concreto el amor de Dios.
  3. Ayúdanos Señor, a ser contemplativos de la realidad y hombres de oración, para que, actuando con fe y caridad, seamos denuncia profética del individualismo, el consumismo y el egoísmo.

Oración a la Virgen Milagrosa:

Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa, que te manifestaste a Santa Catalina Labouré como mediadora de todas las gracias, atiende a mi plegaria.

En tus manos maternales dejo todos mis intereses espirituales y temporales, y te confío en particular la gracia que me atrevo a implorar de tu bondad, para que la encomiendes a tu divino Hijo y le ruegues concedérmela, si es conforme a su voluntad y ha de ser para bien de mi alma.

Eleva tus manos al Señor y vuélvelas luego hacia mí, Virgen poderosa; envuélveme en los rayos de tu gracia, para que a la luz y al calor de esos rayos me vaya desapegando de las cosas terrenas y pueda marchar con gozo en tu seguimiento, hasta el día en que bondadosa me acojas a las puertas del cielo. Amén.

Descargar la Novena completa pulsando sobre la siguiente imagen:

Fuente: https://www.corazondepaul.org/

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