Novena a la Virgen Milagrosa 2020: día 8

por | Nov 25, 2020 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Oración:

Padre de misericordia, que en tu Hijo Jesucristo nos has enseñado el amor a la humanidad, a todos nuestros hermanos, haz que avancemos juntos hacia tu Reino y nos veamos liberados de las ataduras y las esclavitudes del pecado. Concédenos la gracia de caminar siempre por los senderos de la caridad y del amor, ayudados por la fuerza del Espíritu Santo que movió a tantos discípulos a entregar la vida por el Evangelio. Que podamos algún día ser piedras vivas en la Iglesia misionera y universal.

Te pedimos que, a través de la meditación de tu Palabra y orando con fe esta novena, podamos abrir nuestro corazón a la gracia de la conversión; y quienes portamos la Medalla Milagrosa, seamos verdaderos discípulos y testigos de Cristo Resucitado para superar las contrariedades del mundo y llevar a otros la esperanza y la paz. Amén.

Padrenuestro.

Gloria.

Oración a la Virgen María:

¡Madre de nuestro Pueblo! La dulzura de tu mirada nos acompañe en esta novena que dirigimos en tu honor bajo la advocación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que todos podamos redescubrir la alegría de ser hijos de Dios.

Queremos recibir de tus manos prodigiosas esos rayos de misericordia infinita que tú derramas sobre nosotros; ser nuevos y verdaderos discípulos capaces de comunicar a otros el mensaje liberador de Nuestro Señor Jesucristo. Ayúdanos a encarnar el Reino de Dios para hacerlo vida en medio de nuestra comunidad y de nuestra familia. Tú has asimilado con amor la Misión del Padre y nosotros queremos salir contigo al encuentro de los pobres y de los que sufren; queremos ser para los demás, rostro de madre que ama, cuida, contempla y enseña. Amén

– Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Dios te salve María…

Gozos:

Respuesta: puede ser el estribillo de una canción o la jaculatoria (Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti.)

Madre Milagrosa, de ternura y compasión
que haciendo historia de salvación
vas caminando siempre con tu pueblo
que a ti clama en la aflicción.

En mil ochocientos treinta,
en Francia, Calle del Bac,
auna pobre novicia,
la virgen santa se apareció.
Eran vísperas de San Vicente,
noche silenciosa de julio,
cuando la Madre dejó su trono
y en una pequeña capilla se presentó.

Siendo la media noche
un Ángel se apareció
para darle un anuncio
de parte de la Madre de Dios.
Las luces se iban prendiendo,
las puertas se iban abriendo
y al llegar a la capilla la hermana ansiosa la esperó.

La voz del cielo anunciaba
que la madre llegó.
La sede sacerdotal
con humildad ella ocupó.
La hermana Catalina
sus manos colocó
en las piernas de la Madre
y misión ella le encomendó.

En una mañana de noviembre
los sentidos no lo percibieron
pero un corazón atento
nuevamente a la Madre observó;
las insignias de la medalla
que Catalina vio, se han convertido
en fuente de milagro y amor.

“Haz acuñar una medalla”,
la Virgen le pidió
para ser portada por los fieles
con gran devoción.
Madre Santa, tu gran Medalla
es emblema de tu amor,
hoy nosotros la portamos
en señal de filiación.

Sea por Jesús, sea por María,
sea por el ejemplo de los santos que nos guían.
Y que por la Medalla Milagrosa
alcancemos la gracia de convertir
nuestros dolores en alegrías.

OCTAVO DÍA

La Virgen compañera de la comunidad de creyentes

Frase: “Somos una comunidad que crece por la fuerza del Espíritu Santo y en compañía de María”

Signo: Las doce estrellas, una barca o una Iglesia, un camino y una mesa con un Pan y una Biblia.

Comentario inicial: Hermanos y Hermanas, hoy nos miramos unos con otros, para dar gracias a Dios que nos ha congregado bajo una misma fe, nos ha dejado a María como madre y compañera de esta Iglesia que camina por el mundo, buscando instaurar el Reino de Dios, pero sobre todo que camina hacia la patria celestial, que ella nos ayude a sobrellevar la crisis de esta pandemia.

Llamados a pedir perdón:

  • Perdona nuestros actos si en nuestras comunidades hemos ignorado que todos somos pilares para la convivencia ideal, donde la autosuficiencia nos lleva a omitir que juntos nos podemos apoyar y ser útiles para construir y sostener el muro de la fraternidad y la armonía.
  • Perdona nuestras indiferencias que nos llevan a destruir la muralla de la armonía, convirtiendo el basamento de nuestra presencia en ruina y escombro para los demás.
  • Perdona la destrucción que causamos al corroer nuestros cimientos con la mentira, la corrupción, el desánimo, la inseguridad, el egoísmo… Que hacen que nuestras bases tambaleen y nuestros muros caigan debido a la falta de confianza, verdad, justicia y alegría. Haznos hombres y mujeres de valor, de uniones compactas y corazones cimentados en Ti.

Lectura del Texto Bíblico: Apocalipsis 21, 9-14

Entonces vino uno de los siete Ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me habló diciendo: «Ven, que te voy a enseñar a la Novia, a la Esposa del Cordero.» Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y alta con doce puertas; y sobre las puertas, doce Ángeles y nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al mediodía tres puertas; al occidente tres puertas. La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Llamados a dar gracias:

  • Te alabamos, Padre, por escoger a la Santísima Virgen María como madre de tu Hijo, en ella podemos ver tu misericordia para con los pequeños y humildes, para con los campesinos y sencillos.
  • Te alabamos, Padre, porque en tu infinita misericordia nos has dado a María como madre, ella es el consuelo de los cristianos y nuestra intercesora ante Ti.
  • Te alabamos, Padre, por la presencia de la Santísima Virgen María en el corazón de cada cristiano, te suplicamos que nos hagas semejantes a ella, imitando sus virtudes y su abandono total a Ti.

Reflexión:

El autor del libro del Apocalipsis ve la ciudad santa, querida por Dios, una ciudad abierta por los cuatro puntos cardinales, es decir donde todos entran, donde todos se sienten hermanos, porque son una comunidad que reconoce el amor y la caridad como estandartes.

Hoy no son doce apóstoles, son millones, que brillan como las estrellas en un inmenso firmamento de necesidades. La Virgen Milagrosa nos presenta en el respaldo de la Medalla una cara luminosa, unida íntimamente a la misión de Jesús, es imposible permanecer indiferentes frente a la misión de la Iglesia que sigue los pasos de Jesús.

Esas doce estrellas que nos hablan de la unidad, no pueden separarse de la luz del sol, Jesucristo, porque sin él nada podemos hacer. María se presenta en medio de esa comunidad, como lo hizo en pentecostés, no para ser honrada sino para ser servidora, así como lo fue Jesús. En la misión de la Iglesia muchos podrán tenernos como referentes, pero no para “creernos superiores” sino para mostrar con nuestro argüido servicio que somos estrellas para iluminar y no para aparecer. Ese es el verdadero sentido cristiano de ser estrella, que acompaña a los hermanos que viven en tinieblas, para que caminen hacia el amanecer, y las estrellas nunca se van de día, siguen estando allí, pero dejan que sea más fuerte la luz del sol, en boca de San Juan Bautista, para que Él crezca y nosotros disminuyamos.

Llamados a suplicar a Dios:

  1. María, tú que abriste el corazón al carisma que Dios quiso revelar en ti, intercede ante Dios para que siga suscitando carismas que muestren el amor misericordioso y generoso que viene de Dios.
  2. María, testigo de la Resurrección de tu Hijo, fortalece a las comunidades eclesiales que buscan crecer en la fe y la caridad, para que continúen testimoniando la vida que Dios comunica para todos.
  3. María, compañera de los misioneros itinerantes, acompaña a todas aquellas personas que dan su vida para llevar el Evangelio a distintas partes del mundo, para que perseveren en la misión.

Oración a la Virgen Milagrosa:

Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa, que te manifestaste a Santa Catalina Labouré como mediadora de todas las gracias, atiende a mi plegaria.

En tus manos maternales dejo todos mis intereses espirituales y temporales, y te confío en particular la gracia que me atrevo a implorar de tu bondad, para que la encomiendes a tu divino Hijo y le ruegues concedérmela, si es conforme a su voluntad y ha de ser para bien de mi alma.

Eleva tus manos al Señor y vuélvelas luego hacia mí, Virgen poderosa; envuélveme en los rayos de tu gracia, para que a la luz y al calor de esos rayos me vaya desapegando de las cosas terrenas y pueda marchar con gozo en tu seguimiento, hasta el día en que bondadosa me acojas a las puertas del cielo. Amén.

Descargar la Novena completa pulsando sobre la siguiente imagen:

Fuente: https://www.corazondepaul.org/

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