“Que todo se alegre ante el Señor”
Apoc 14, 14-19; Sal 23; Lc 21, 5-11.
Ante las catástrofes, los fenómenos naturales, las epidemias, como la del Covid-19 que todavía enfrentamos, podemos sentirnos con miedo, pensar que Dios nos ha dejado de su mano y que el fin del mundo está por llegar.
En el Evangelio, cuando Jesús habla de la destrucción futura del templo, los apóstoles rápidamente preguntan: ¿Cuándo será y cuál será la señal de que está por ocurrir? Jesús no responde a sus preguntas porque eso no es lo importante; Jesús va a lo esencial y los alerta para que no caigan en el pánico: “No se dejen engañar” por falsos mesías y “no se dejen paralizar por el miedo”.
Tenemos que vivir este tiempo como tiempo del testimonio y de la perseverancia, a ejemplo de los cristianos de que nos habla la primera lectura de hoy. Eran fieles en la predicación del evangelio, firmes en las persecuciones y con una profunda paciencia. Y con mucha confianza en la Palabra hecha carne, que actúa en cada uno de nosotros y nos hace dar frutos, hasta que venga el Señor con la hoz en su mano a cosechar, porque la tierra, que somos nosotros, ha fructificado.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
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