“Bendito sea el Señor, mi fortaleza”
Apoc 11, 4-12; Sal 143; Lc 20, 27-40.
El texto del apocalipsis de hoy nos relata que, aún en medio de situaciones adversas en Jerusalén y Roma, el anuncio que los cristianos van realizando por los pueblos, va dando buenos frutos gracias al testimonio de los anunciadores.
Todo bautizado tiene la tarea de continuar la obra de Jesucristo: anunciar la “Buena Noticia” a los demás. Viendo el ejemplo de los primeros cristianos, ¿cómo te sientes tú en el anuncio que haces de Cristo?, ¿Cómo te sientes en el trabajo que realizas en la comunidad? ¿O solo te preocupas por asistir a misa, sin mayores compromisos?
El evangelio nos recuerda que somos hijos de la resurrección, y lo somos porque al seguir a Cristo, ya en cada uno de nosotros se va dando una transformación, día a día, por obra del Espíritu de Dios; se va desarrollando algo nuevo que nos permite encontrar una nueva manera de comprender las cosas de Dios aquí en la tierra, una nueva visión de la existencia y una conciencia renovada de nuestra misión. En Cristo todos vivimos porque Él nos llamó para ser sus continuadores. Por eso, ¿cómo no hablar de Cristo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
0 comentarios