«El Señor es mi luz y mi salvación»
Flp 2, 12-18; Sal 26; Lc 14, 25-33.
Es muy importante conocer el “por qué” y “para qué” de las cosas que hago en la vida. No puedo hacerlas por hacerlas; para disfrutar lo que hago es muy importante darle un sentido real a todo lo que emprendo en la vida.
Por ejemplo, me puedo preguntar: ¿Por qué sigo a Jesucristo? ¿Por qué tengo fe en Dios? ¿Cuál es el sentido de ser cristiano católico? Si mi respuesta es: “para que Dios me guarde de todo mal y no me falte casa, vestido y sustento”, mi respuesta es frágil, no me sostendrá en los momentos oscuros de mi vida, ni dará sentido a los esfuerzos y luchas que emprendo para construir una vida mejor.
Conocer a Jesús, aprender de Jesús y hacer de él el camino de nuestra vida, da un enorme sentido a todo lo que hacemos, nos permite ver la vida y a los demás con los ojos de Dios, nos permite cargar la cruz de cada día con enorme esperanza y confianza, porque el Señor ha venido para que tengamos vida y una vida en abundancia. Y nos permitirá caminar todos los días de la vida con la convicción de que el Señor es nuestra luz y salvación, la defensa de nuestra vida. Por eso, ¿a quién temeremos? ¿Quién nos hará temblar?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
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