“Quien se humilla será engrandecido”
Flp 1, 18-26; Sal 41; Lc 14, 1. 7-11.
Jesús sigue en casa del fariseo. Hay una comida y Jesús observa a los invitados. Ve cosas de le hacen pensar en la vida toda, en el Reino de Dios, en el mundo que ve y el que imagina para el futuro.
Concretamente se fija en el afán de las gentes por ocupar los lugares más a la vista, más cerca de la cabecera. Sabe que no se trata sólo de una silla, de un puesto en la sala. Sabe que es la vida misma, que es la lucha por imponerse a los otros; sabe que es el afán de grandeza, de dominio, de control de los demás. Se trata de mostrar quién es más grande y más importante.
Y hace la aplicación para nosotros: en mi proyecto del mundo, los hombres no deben luchar por desplazar a los otros. En mi proyecto, los hombres se afanan por cuidar unos de otros. No será una pirámide en la que muy pocos estarán en la cumbre, por encima de todos. Será, sí, un banquete pero con una gran mesa redonda donde cada puesto es el principal, porque cada hombre y cada mujer tienen la misma dignidad de hijos, donde cada ser humano es respetado y reverenciado por todos.
¿Construyes, con tus actitudes, un mundo de mesa redonda?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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