“Eligió a doce y los llamó apóstoles”
Ef 2, 19-22; Sal 18; Lc 6, 12-19.
Según una antigua tradición, los apóstoles Simón y Judas anduvieron juntos predicando el Evangelio, por eso se les celebra juntos. Ambos, como los otros diez apóstoles, fueron llamados por Jesús, presenciaron maravillados sus milagros y escucharon de viva voz sus enseñanzas. Se encontraron con el Resucitado y fueron testigos de su ascensión al cielo. Los doce recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés. Finalmente, como testigos fieles que eran, derramaron su sangre por Jesucristo.
Los apóstoles son depositarios de una experiencia única, invaluable, que es cimiento y sostén de nuestra fe en Jesucristo. Por eso la Iglesia los celebra como a los hermanos mayores de cuyo testimonio aprendemos a conocer y a seguir a Jesucristo.
Celebrar a los apóstoles nos ayuda y nos motiva a redescubrir y a vivir profundamente la belleza incomparable de nuestra fe católica, y nos impulsa a dar un testimonio fuerte y al mismo tiempo sereno del evangelio de Jesucristo en el mundo de hoy. Nos llama a ser, también, apóstoles.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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