Una de las maravillas que el Señor va suscitando en medio de su pueblo amado, es la grandeza de los diversos dones que, puestos al servicio de la comunidad, dejan entrever un sin fin de creatividades que desarrollan gigantes obras, a favor de las necesidades del hermano más vulnerable. Todos esos dones van entretejiendo una red, como una especie de tela que va cubriendo a la humanidad, con la Caridad.
Nuestra Familia Vicentina se caracteriza por la alegría de vivir el Carisma, que San Vicente de Paúl nos legó, al servir con verdadera entrega y auténtico amor al hermano más necesitado. Muchas veces, esa vivencia del Carisma, resulta siendo rechazada y sumergida en la miseria, por causa del egoísmo del mismo ser humano. Ante esas realidades es que surgen nuevas ideas y propuestas, buscando articular prácticas creativas que puedan responder, con incidencia creyente, a las diferentes carencias, materiales y espirituales, de nuestra realidad. Con todo ello se pretende devolver la dignidad que merecen nuestros hermanos, más pequeños; pues si somos una comunidad entretejida en una red, sobre las manos de Dios, no es posible que nadie quede fuera de ella[1].
Es desde esas realidades históricas, bajo el soplo del Espíritu Santo y del Carisma Vicentino, desde donde han nacido las Confraternidades: una extraordinaria manera de unir dones, materiales, experiencias y fuerzas, en una gigantesca red que pueda cubrir y acoger a todos los hermanos… fortaleciendo nuestras perspectivas particulares y uniéndonos creativamente en el Movimiento Social que identifica y concreta nuestra Identidad Vicentina.
Hoy la Confraternidad de Asesores y formación Laical Vicentina es parte de los hilos que entretejen esa enorme red. Con gran gozo, sus miembros se maravillan al ver el paso que una vez más han dado, tal como un bebé aprende y se sorprende de su evolución y desarrollo. Ha sido así, como la confraternidad de Asesores, ha venido dando sus pasos y construyendo el proceso que nadie sabe hasta dónde llegará, pero todos sabemos desde dónde lo estamos viviendo: el gozo, alegría y gratitud de sabernos herederos del apóstol de la Caridad y con la capacidad de testificar diariamente el Amor Providente del Señor (Divina Providencia en S. Vicente).
Eso fue lo que pudimos compartir, el sábado 17 de octubre, en nuestra V reunión virtual, en la cual logramos vislumbrar, con mayor claridad, lo que nunca nos cansaremos de agradecer al Señor: ¡Que tesoro más valioso el que llevamos y tenemos en nuestro haber!… y aún más: compartiéndolo se acrecenterá y producirá el 30, 60 o 100 % a favor de los demás.
Y es que, con los avances de la tecnología, nacen nuevos retos para la familia Vicentina. Los miembros de nuestra confraternidad pretenden concretar el sueño de la creación de un espacio virtual, que nos permita a todos tener un lugar para accesar y obtener todo tipo de material formativo y dinámico, que pueda fortalecer y acrecentar nuestra formación como Iglesia y Vicentinos. Pero, además, dentro de nuestro gran sueño, deseamos lanzar una encuesta que permita hacer partícipes de la Confraternidad a toda la familia Vicentina Internacional; y al mismo tiempo, precisar mejor las expectativas que se puedan tener de cara a esta Confraternidad.
Es grato ver como nuestras Confraternidades van haciendo realidad lo que nos dice el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti: “Por su propia dinámica, el amor reclama una creciente apertura, mayor capacidad de acoger a otros, en una aventura nunca acabada que integra todas las periferias hacia un pleno sentido de pertenencia mutua. Jesús nos decía: «todos ustedes son hermanos» (Mt 23,8). esta necesidad de ir más allá de los propios límites vale también para las distintas regiones y países, de hecho, el número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra comparten un destino común”.
Si deseas ser partícipe de esta hermosa Confraternidad, solo debes escribir al correo alexache33@hotmail.com
por Alexandra María Chacón Esquivel,
Coordinadora de la Confraternidad de Asesores.
[1] Encíclica Fratelli Tutti No. 68: El relato, digámoslo claramente, no desliza una enseñanza de ideales abstractos, ni se circunscribe a la funcionalidad de una moraleja ético-social. Nos revela una característica esencial del ser humano, tantas veces olvidada: hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad
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