“A quien mucho se le dio, mucho se le pedirá”
Ef 3, 2-12; Is 12; Lc 12, 39-48.
Sigue Jesús dando sus recomendaciones sobre el “estar preparados”. Y pone el ejemplo de ese siervo irresponsable que no cumple con su deber mientras su señor está ausente.
Pero veamos, ¿cuál es el reclamo de Jesús? ¿Qué hizo mal este siervo? Según el relato del evangelio, se dedicó a “maltratar a los otros siervos”, sus compañeros, y “a comer y a beber”, descuidando los asuntos de la casa, su responsabilidad. ¡Tenía qué cuidar la casa! ¡Tenía qué cuidar de sus compañeros!
A partir de esto, creo que el texto nos da una visión del hombre de hoy, que descuida (con muchas hermosas excepciones) el cuidado de los demás hombres (sobre todo los pobres), sus compañeros de camino en este mundo; y se dedica a producir y consumir sin medida, sin conmoverse ante el grave daño que le está causando a la “casa común”.
El amo del evangelio esperaba que su administrador cuidara de los demás y que cuidara la casa de todos. Y se espera de todos lo mismo. “Vamos en un mismo barco, la suerte de uno, será la suerte de todos”. No podemos pasar la vida sólo “comiendo y bebiendo”, sin conciencia solidaria.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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