“Tengan la ropa puesta y las lámparas encendidas”
Ef 2, 12-22; Sal 84; Lc 12, 35-38.
Dichosos aquellos a quienes el amo, al llegar, los encuentre despiertos… Recuerdo mucho a aquella ancianita del asilo que se quería confesar todos los días. “La muerte puede llegar en cualquier momento –me decía–, quiero estar preparada”.
Preparada para la muerte… No está mal, pero la mujer vivía con angustia. Tenía ganas de decirle: ¿y si mejor te preparas para la vida? Estar lista para ser sorprendida por el Señor con sus detalles, sus mensajes de amor, sus desafíos que te harán crecer. Preparada para tomar las adversidades con esperanza, para salir más fuerte de las derrotas y más lúcida de las confusiones y desconciertos. Atenta para descubrir la presencia maravillosa de Jesús en los acontecimientos de la historia, en el rostro de los hermanos, en sus necesidades, en sus sueños. Dispuesta a maravillarte a cada paso de la vida a borbotones que te envuelve, a escuchar la Palabra del Señor escondida en un rayo de sol, un reflejo de luna, un susurro de viento, un grito de angustia de quien camina a tu lado.
Mantén la lámpara encendida pero para vivir con más gozo y plenitud. La muerte llegará cuando tenga que llegar. Y será un encuentro hermoso, si viviste con sentido.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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