“Aquí hay alguien mayor que Salomón”
Gal 4, 22-5, 1; Sal 112; Lc 11, 29-32.
La historia de Jonás era bien conocida: ese profeta huidizo que finalmente predica la conversión a la ciudad de Nínive y logra que todos dispongan su corazón y enmienden su vida, librándose del castigo por sus pecados. La historia de la reina de Saba también formaba parte del orgullo de Israel: una reina que, atraída por la fama de Salomón viene cargada de presentes a comprobar la prudencia, la sabiduría y la justicia de un soberano. Sea la sabiduría de Salomón, sea el miedo a la predicción de Jonás, ambos terminaron por convencer, provocar un cambio, acoger.
Gran contraste con lo que Jesús está viviendo. “Esta generación malvada” le pide señales milagrosas, se niega a acoger sus palabras y a reconocer la acción de Dios en él. Tienen la mente y el corazón cerrados a la sorpresa de Dios. Antes que ellos una reina extranjera y una ciudad pagana se dejaron sorprender y acogieron la sabiduría limitada y pasajera de un rey y la predicación de un profeta temeroso.
¿Qué más queremos? ¿Qué necesitamos para escuchar, acoger y llevar a la vida el camino del evangelio que se nos da en la sabiduría de Dios y su acción portentosa manifestadas en Jesús?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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