“El banquete está preparado; ¡vengan a la boda!“

Is 25, 6-10; Sal 22; Flp 4, 12-14. 19-20; Mt 22, 1-14.

«El reino de los cielos se parece a…”. Así comienza Jesús la parábola de hoy y la mayoría de las parábolas. Y cuando uno escucha esa introducción se dispone para una historia hermosa con un mensaje novedoso y esperanzador. Porque las parábolas contienen palabras sencillas, cercanas, claras; palabras que son siempre una propuesta sin reproches. Las parábolas tienen palabras llenas de luz, palabras que emocionan, que mueven fuerzas desconocidas; palabras que hacen soñar, que sugieren un horizonte que fascina. Son ventanas que nos deja mirar el Reino de Dios creciendo ya entre nosotros.

Pues hoy escuchamos que el reino de los cielos se parece a un rey que celebra la boda de su hijo. En vista de que los primeros invitados no acuden, son convocados aquellos que están en los cruces de los caminos (“pobres, mancos, ciegos y cojos”, es decir, los desechados). Y todos se reúnen en la alegría de una gran fiesta con bailes y cantos, con comunión de corazones y abundancia de bienes.

Es el mundo, un gran banquete para todos, que Dios ha dispuesto para los que esperan en los cruces de los caminos a que la vida sea justa y disfrutable. Es el sueño de Jesús y el sueño nuestro.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM