¿Cuáles son los planes de Dios para los vicentinos, durante esta pandemia?

por | Oct 9, 2020 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

El mundo está sufriendo una situación difícil y retadora. Una pandemia ha cambiado la realidad de millones de personas por todo el planeta. Algunos expertos dicen —y nosotros, la gente común, ya nos hemos dado cuenta— que el mundo ya no volverá a ser el mismo.

La pandemia ha cambiado la forma en que nos relacionamos entre nosotros y esto lo notamos especialmente los latinos, que tenemos costumbres más afectivas de tratar a las personas. Deben evitarse los besos, abrazos y saludos con las manos, a menos que se use una máscara o se utilice gel hidroalcohólico.

Pero, ¿conocemos los planes de Dios para nosotros, los vicentinos, en este período de pandemia? Podríamos intentar responder a esta pregunta compleja de diversas maneras, pero la respuesta que debería llegar al corazón de cada vicentino es que Dios nos ha elegido para vivir la mayor de nuestras misiones, porque nos ama y, sobre todo, cree en nuestro trabajo. Quiere que innovemos con nuestras acciones, quiere que seamos más acogedores, más afectuosos, más sensibles a la realidad del otro que está sufiendo.

Si antes algunos de nosotros pudiéramos haber tenido la imagen de que nuestros Maestros y Señores son solamente los que pasan hambre, hoy debemos entender que nuestros Maestros y Señores son también los que necesitan nuestro amor, nuestro consejo, nuestra comprensión y, sobre todo, alguien con quien sentirse más seguros.

El aislamiento social que se nos ha pedido mantener, por nuestra seguridad, también ha traído como consecuencia que muchas personas vivan más solas. En nuestros países, y en particular en el mío, Brasil, es una realidad el gran número de personas mayores que viven solas. Muchos de ellos no tienen contacto con hijos u otros familiares que les ayuden a entender este difícil momento que estamos pasando.

La misión que tenemos los vicentinos es intentar hacernos más presentes en sus vidas y darles el apoyo que necesitan, para pasar juntos este difícil momento.

San Vicente de Paúl vivió un período de grandes cambios en el mundo. La Francia en la que vivió Vicente era una potencia mundial, pero también tenía mucha pobreza, niños abandonados y sufría la ruina causada por las revoluciones. Así, Vicente escuchó la llamada de Dios para cumplir la mayor misión de su vida: ayudar a los que sufren. Vicente de Paúl es considerado por la Iglesia Católica como el patrón de todas las Obras de Caridad, y hoy día la obra de Vicente de Paúl es vista como un modelo de asistencia a las familias humildes y de lucha contra la pobreza en el mundo.

El beato Federico Ozanam también vivió un período de grandes cambios en el mundo. En la misma Francia que san Vicente de Paúl pero más de 200 años después, Federico Ozanam vivió la post-Revolución Francesa (1794-1799) y la era post-Napoleónica (1799-1815) en un país devastado por las guerras; en consecuencia, como en todas las guerras, había mucha hambre. Federico también escuchó la llamada de Dios para cumplir la mayor misión de su vida, y fue precisamente en el momento que Federico Ozanam y sus amigos fueron desafiados a poner en práctica las enseñanzas de Jesucristo. Cambiar las palabras por acciones. Inspirados por el Santo Evangelio y el modelo de trabajo de san Vicente de Paúl, Ozanam y sus amigos comenzaron, de manera muy sencilla, a hacer sus primeras visitas y promociones sociales.

El Espíritu Santo de Dios hizo que la obra de Federico Ozanam y sus amigos se expandiese por todo el mundo, convirtiéndose en una importante Red de Caridad.

Desde Federico Ozanam hasta la actualidad, el mundo ha seguido experimentando grandes cambios. La primera y la segunda guerra mundial, las pandemias, los desastres naturales y tantos otros momentos difíciles que obligaron a los vicentinos a mirar de nuevo la realidad que estaban viviendo. Nuevas formas de practicar la caridad, nuevas formas de proclamar el Evangelio, nuevas formas de reclutar miembros para la familia vicentina, nuevas formas de acción para luchar contra el mal que, de vez en cuando, asola a la humanidad… Así pues, debemos pensar en cómo poder continuar nuestro trabajo de visita, teniendo en cuenta que, en este momento, no podemos entrar en la casa de nuestros amigos necesitados. Debemos pensar en cómo podemos consolar a tantas familias que han perdido a sus seres queridos, si no podemos siquiera darles un abrazo. Debemos pensar en cómo podemos ayudar a nuestros hermanos vicentinos que, en medio de esta pandemia, también han perdido a parientes o sus trabajos, y están hoy en la misma situación que nuestras familias necesitadas.

Hoy día, nosotros, VICENTINOS, somos llamados por Dios a cumplir nuestra mayor misión. Los jóvenes y los miembros que no están en algún grupo de riesgo pueden hacer las visitas, desde fuera de los hogares. Pueden usar máscaras, gel hidroalcohólico y mantener la distancia física, y acercarse con amor y afecto a las personas que visitan. Las palabras han de sonar más dulces y ser tan auténticas como sea posible: «¡Tranquilo! Todo pasará. Confía en mí. Estamos juntos en esto. Si me necesitas, puedes llamarme». Al final de las visitas y de camino a casa, debemos tener cuidado con nuestra higiene personal, para no ser transmisores del virus.

Si no tienen la posibilidad de hacer la visita cara a cara, hoy tenemos recursos que san Vicente de Paúl y el beato Federico Ozanam no tenían. Podemos llamar por teléfono, podemos enviar mensajes de texto o de voz, podemos hacer videollamadas… Hoy día tenemos la tecnología a nuestro favor y ahora, más que nunca, debemos usarla para romper las barreras de aislamiento social que nos han mantenido separados.

De ahora en adelante debemos reforzar esta disponibilidad y atención. Es ahora cuando debemos mostrar que la Sociedad de San Vicente de Paúl y la Familia Vicenciana han estado y estarán siempre al lado de los que sufren, porque Cristo está esperándonos en ellos. Hoy, además de nuestra ayuda material y espiritual, se espera de nosotros palabras de consuelo, de optimismo. Cristo está presente hoy en los pobres, que son nuestros Maestros y Señores, pero también está presente en aquellos hermanos y hermanas vicentinos que en el momento actual no pueden salir a atender a los pobres y que, ciertamente, los extrañan mucho. Unámonos para superar el distanciamiento social y afrontar nuestra mayor misión, para que en el futuro, dentro de unos 100 o 200 años, otros vicentinos puedan mirar hacia atrás en la historia y ver que nosotros, en este momento de pandemia mundial, fuimos capaces de repensar nuestras formas de ayudar y de atravesar este turbulento período, llenos del Espíritu Santo de Dios, más unidos que nunca. Porque, si Dios nos ha elegido para vivir este momento, es porque está seguro de que podemos cumplir esta misión.

¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo!

Consocio Sidney Batista França,
Conferencia de San Pedro – Jacaraípe (Brasil)
Fuente: http://ssvpbrasil.org.br/

Etiquetas: coronavirus

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