“María, sentada a los pies del Señor, lo escuchaba”
Gal 1, 13-24; Sal 138; Lc 10, 38-42.
La casa y la amistad de Marta y María eran entrañables para Jesús, a quien vemos en más de una ocasión visitando a los amigos. Las hermanas tienen temperamentos muy diferentes: María aparece reflexiva, Marta es energética, hiperactiva. Cada una, desde su ser, acogió a Jesús: Una, sentándose a sus pies para hablar de la amistad, y de la vida y del reino de Dios; la otra, preparando lugares, comidas, para que Jesús disfrutara la estancia. Ambas lo atienden, cada una a su modo.
Pero cuando Marta se queja de la actitud de su hermana, Jesús pone las cosas en su lugar (para ellas y para nosotros): Marta, aprecio tus atenciones, pero mi presencia no debe ser motivo de conflicto entre ustedes. Es preferible la respuesta de María, ella escogió, en este momento, la mejor parte. Ya tendrás tiempo para la casa y los asuntos. Ahora estoy contigo, dedícame tu atención, tu tiempo. Siéntate a platicar, disfruta mi presencia y verás que tu corazón se pondrá en paz y tus preocupaciones parecerán más pequeñas.
¿Eres capaz de detener por un momento el torbellino de tu vida y sentarte a disfrutar de la presencia íntima de Jesús? En silencio, sin prisas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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