“¿Y quién es mi prójimo?”
Gal 1, 6-12; Sal 110; Lc 10, 25-37.
Dichosa pregunta, que nos entrega como respuesta la bella parábola del “Buen Samaritano”. Todo comienza con una inquietud (maliciosa) del doctor de la ley sobre qué hacer para conseguir la vida eterna. Jesús le hace a él mismo dar la respuesta: Amar a Dios y al prójimo… Entonces viene la pregunta y, como respuesta de Jesús, la parábola.
El amor al prójimo no es una teoría espiritual. El doctor de la ley quería entrar en controversia académica, intelectual. Talvez esperaba que Jesús le citara textos, comparara interpretaciones de la Escritura, hiciera análisis de palabras y significados. En cambio, Jesús habla de una serie de actos concretos: ver al hermano herido, detenerse a su lado, compadecerse, curarlo, vendarle las heridas, cargarlo sobre los hombros, llevarlo a un lugar seguro, asegurarse que otros lo cuiden hasta su restablecimiento… En definitiva, involucrarse con su desgracia y buscar, con él, una vida digna y en paz, caminos de futuro y de esperanza.
“Haz tú lo mismo”, termina Jesús. Y no podemos eludir este imperativo que nos alcanza, por más que a veces nos queramos poner a resguardo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
0 comentarios