“El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres”
Ecli 11, 9. 12.8; Sal 8; Lc 9, 43-45.
Entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “el Hijo del hombre va a ser entregado”. En realidad lo que Jesús está revelando aquí es su decisión definitiva y valiente de entregar la vida, de ponerla en las manos injustas de los hombres. Pero los discípulos no entendían y tenían miedo de preguntar.
Les resultaba oscuro, no habían entendido aún cuál era la dinámica del Reino de Dios, el sentido de la vida y el camino de Jesús. Por ello surge la incomprensión. Ellos esperaban y querían un mesías poderoso, triunfador, y desde esa lógica les era imposible aceptar la perspectiva de la muerte y del fracaso: “¡No, nunca, Señor! ¡Esto no puede pasarte a ti!” le había dicho Pedro, tenía miedo de la Cruz. ¿Y quién no lo tiene? Hasta Jesús mismo pide al Padre que aparte de él ese cáliz amargo del desprecio y del sufrimiento, pero a fin de cuentas asume su voluntad y se entrega a Él.
¿Cuál es mi reacción ante la Cruz? ¿Cómo puedo entregarme como Jesús?
¡Señor, ayúdame a entender y a vivir, lo que Tú quieres de mí!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
María Mares Padilla HC
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