“Mi Madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica…”
Prov 21, 1-6. 10-13; Sal 118; Lc 8, 19-2.
El que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre, dice Jesús. Escuchar su palabra, ponerla por obra, es lo que hace que seamos su familia, sus amigos, sus íntimos.
Por supuesto, la Virgen María escuchó con todas sus consecuencias esa palabra: ‘Hágase en mí según tu palabra”, dijo al ángel Gabriel y con su “sí”, nos indica cómo podemos hacer la voluntad de Dios, cómo ponerla en práctica, cómo obedecerla. Y éste es el “camino de santidad para el cristiano”, afirma el Papa Francisco; y es lo que permite que “el plan de Dios se haga, que la salvación de Dios se realice”.
Pidamos la gracia de abrir el corazón a esa Palabra, de acogerla con docilidad. Procuremos no solo escucharla, hay que rumiarla, profundizarla, interrogarla, disfrutarla; para, luego, llevarla a la práctica y hacerla vida.
¡Señor, que escuche tu palabra y confíe que, con tu gracia, la puedo poner en práctica!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
María Mares Padilla HC
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