En una ciudad al norte de Europa, en uno de los inviernos más crudos, existe un pueblo donde el frío congela todas las cañerías del vecindario. Los habitantes están preocupados porque no hay agua y en medio de esa preocupación, aparece un muchacho gritando que, en casa de Marian, sí hay agua; el pueblo entero se trasladó a la casa de la afortunada señora y todos pudieron recoger agua para tomar allí y llevar a sus casas. Un señor, sorprendido de que solo hubiera agua en casa de Marian, se acerca y le pregunta: ¿por qué solo hay agua en su casa? Marian con los ojos puestos en él le dice: nunca cerré la llave, eso mantiene el agua fluyendo.
Gente como Marian necesitamos en la Familia Vicentina, que no cierra la llave aunque las circunstancias sean adversas y todo apunte al fracaso, a la ruina o a la muerte.
Estamos viviendo un tiempo donde tú y yo tenemos la capacidad, como Vicentinos, de vivir en plenitud nuestro carisma, o de simplemente permitir que el agua de nuestra espiritualidad quede congelada en las cañerías de cada una de nuestras ramas y de las confraternidades que componen nuestra realidad de Familia Vicentina.
Te invito a que busques tu Biblia y juntos leamos Jos1,1-3:
“Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo de Yahveh, que habló Yahveh a Josué, hijo de Nun, y ayudante de Moisés, y le dijo: Moisés, mi siervo, ha muerto; arriba, pues; pasa ese Jordán, tú con todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy (a los israelitas)”.
“Arriba, pues; pasa ese Jordán”
Vivir el carisma Vicentino, en este tiempo, es escuchar la voz del Señor que nos está invitando, como a Josué, a que nos levantemos y no nos quedemos sentados; o quizá tirados en el suelo llorando los fracasos, llorando las pérdidas, llorando por un pasado que ya no existe. Es un llamamiento a escuchar la voz del Señor que nos invita a salir de nuestra zona de confort. Nos sugiere escuchar la voz del Señor que nos invita a romper esos paradigmas caducos que no nos dejan conquistar la tierra que Él tiene destinada para nosotros. El Señor nos está invitando y enviando a pasar el Jordán, que parece imposible, pero en lo cual vamos de la mano del Gran “Yo Soy” que no nos ha abandonado en más de 400 años de recorrido, en la historia de Salvación vivida por la Familia Vicentina… y ahora no será la excepción.
“Hacia la tierra que yo les doy”
Esto es, vivir a plenitud el carisma Vicentino: levantarse y conquistar la tierra que nos pertenece, sostenidos por la providencia divina, tal y cual lo hizo vida nuestro amado Vicente de Paúl. Esto no es nada fácil. Conquistar significa asumir retos, salir del letargo en que vivimos; significa dejar atrás muchas cosas, pero dejarlas para adoptar otras mejores, que nos van a ayudar a entrar a la tierra prometida.
Hoy estos 2 personajes, Marian y Josué, nos invitan a avanzar; nos invitan a no cerrar la llave y dejar que el agua fluya; nos invitan a levantarnos y dejar el lamento; nos invitan a ver los signos que el Señor nos está regalando, para confirmar que este año es el año de la plenitud para toda la Familia Vicentina.
Quizás lees esto con un poco de dudas, pero te quiero ir aclarando el panorama que muchos ven como algo funesto, pero son signos de la presencia del Señor:
- Una persona con visión perfecta, es una persona 20/20. Esta visión, dentro de la Familia Vicentina, es como el número de este año. Es una persona que ve lo que otros no ven, es una persona con luces largas que ilumina a los demás, es una persona que no teme a lo que está por venir porque está convencido que es mejor que lo que hay ahora.
- Son 7 las regiones en el mundo en que está dividida la Familia Vicentina. Este es el número perfecto o de plenitud según la Biblia y el Señor nos está llamando a esa perfección.
- Son 14 las confraternidades de la Familia Vicentina. Doblemente en plenitud, esto es un signo de que estamos caminando el camino trazado por el Señor a san Vicente de Paúl.
- Este 27 de septiembre se cumplen 360 años de la muerte de san Vicente de Paúl y este número es la circunferencia perfecta o plena.
Hermano y hermana de la Familia Vicentina: ¡Basta de mirar para atrás! ¡Basta de cerrar las llaves e impedir el fluir del agua! ¡Levantémonos y avancemos en obediencia a la voz del Señor! No seamos una Familia Vicentina estancada, fosilizada o congelada en el tiempo, porque esto nos va a llevar a la extinción y no cumpliremos el sueño de muchos y muchas Vicentinas que murieron viendo la tierra prometida.
Hermana, tú eres la Marian; y tú hermano, eres el Josué que necesita la Familia Vicentina de este 2020.
Unidos en San Vicente de Paúl.
Eduardo Adames,
Confraternidad de Músicos Vicentinos
eadames0306@gmail.com
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