“Ningún discípulo es mayor que el Maestro”
1 Cor 9, 16-19.22-27; Sal 83; Lc 6, 39-42.
La asignatura del Maestro es Él mismo, su manera de vivir, modelo a imitar. El discípulo llega a identificarse con Él por la acción del Espíritu Santo que le impulsa en su seguimiento.
Así fue haciendo Juan Gabriel Perboyre al descubrir a Jesucristo crucificado como centro de su vida, de su espiritualidad y de su enseñanza.
Siempre ansiaba y pedía ir como “misionero a China, a predicar a Cristo y morir por Él”. Lo que no se le concedió por su frágil salud, hasta 1835. Después de largos viajes, aprender el idioma y la cultura, se entregó con gran entusiasmo y ardor a evangelizar, pese a los peligros de la persecución, sólo durante tres años. Delatado por uno de los suyos, comenzó su larga pasión, llena de interrogatorios y torturas. Siendo crucificado y estrangulado el viernes 11 de septiembre de 1841 a las 3 de la tarde, compartiendo así, en muchos aspectos, la muerte de Jesucristo, por amor al pueblo chino.
¡Dichoso el que saca de ti la fuerza para seguirte!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
María Mares Padilla HC
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