«Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos»
Ez 33, 7-9; Sal 94; Rom 13, 8-10; Mt 18, 15-20.
Un lugar privilegiado de la presencia de Jesús, es la comunidad cristiana, en ella podemos compartir la fe, orar unidos, pedir al Padre lo que nos hace falta, vivir en fraternidad y en armonía… pero no faltan tensiones, criterios y opiniones diversas, ofensas, provocaciones… el conflicto es inevitable.
Jesús nos dice cómo proceder: “Ve y amonesta a solas a tu hermano; si hace falta, llama a algunos testigos… dilo también a la comunidad…”
La corrección fraterna es un bien, un servicio al prójimo; todos la necesitamos. Supone actitudes de benevolencia, delicadeza, prudencia, diálogo, atención, interés por la persona; nos pide evitar palabras que puedan herir…y sobre todo una gran dosis de humildad, para hacerla y recibirla. Supone la conversión del corazón.
¿Cómo vivimos estos grandes valores?
¡Señor, haznos constructores de paz y de armonía! ¡Danos un corazón reconciliado contigo y con los demás!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
María Mares Padilla HC
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