“Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes y dale el dinero a los pobres; luego ven y sígueme”
Ez 24, 15-24; Deut 32; Mt 19, 16-22.
Ezequiel ha optado libremente por seguir a Dios con fidelidad y es así como su vida se vuelve un ejemplo para el pueblo, aun cuando eso implique perder lo que más quiere (su esposa).
Hoy en el evangelio un joven como tú o yo se acerca a Jesús para saber qué hacer para entrar en el Reino. Jesús le responde: cumple con los mandamientos, este es el principio. Este joven lo había hecho desde pequeño, como nosotros -tal vez- que procuramos no hacer cosas malas, ni dañar a nadie.
Es en este momento cuándo Jesús le –nos– dice: si quieres ser perfecto (vivir plenamente tu bautismo) da un paso más, deja lo bueno por lo mejor. Vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme.
¿Qué tendría que vender yo, eso que me aleja de Dios? ¿Me conformo con no ser malo, no dañar a otros o estoy dispuesto a cambiar y dar lo mejor de mí en el servicio a los otros, especialmente a los pobres?
Jesús, permíteme libremente poner mi vida en tus manos y dejar que el Espíritu me instruya diciéndome cómo y en dónde quieres que te sirva, para no retirarme triste y vacío.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Patricia de la Paz Rincón Limón
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