“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”
Ez 9, 1-7; 10, 18-22; Sal 112; Mt 18, 15-20.
Muchas veces hemos escuchado el refrán: “quien bien te quiere, te hará llorar”, por cierto a veces malinterpretado. Cuando a alguien le importas se alegra cuando estás bien, pero se preocupa cuando algo, alguien o tú mismo, te está dañando.
Hoy Jesús continúa enseñando a sus apóstoles –y a nosotros– que tenemos que hacer vida el amor y la oración.
Cuando amas a alguien quieres que esté bien y que sea mejor día con día. Por eso, a veces es necesario corregir a quien amas, con amor pero con firmeza; si no te escucha en privado, hazte acompañar de otros para lograr su conversión. Si esto falla, aún queda un recurso muy importante: la oración, pues donde dos están reunidos y piden algo el Padre, Él se lo concederá.
Hoy es un buen momento para orar y poner en las manos de Dios a los que amo, para pedirle que me permita ver con su mirada a los que están equivocando el camino y que me de valor para que, con mucha caridad, pueda practicar la corrección fraterna… y hacer silencio pues tal vez soy yo mismo quien la necesita.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Patricia de la Paz Rincón Limón
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