“¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida?”
Nah 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7; Deut 32; Mt 16, 24-28.
¿Quién no quiere estar con Jesús? Todos podríamos decir “sí, yo quiero”. Pues bien, la oferta es tuya y directa, pero también radical y total.
Seguir a Jesús, estar con Él, llena tu vida y le da sentido, pero te pide a cambio una entrega de amor.
El mundo nos ofrece una felicidad que nos puede llevar al egoísmo y la soledad, en cambio Jesús te dice que en la medida que te des al otro, tu vida dará frutos y será plena y feliz.
Cuántos famosos que parecen tenerlo todo: dinero, popularidad, liderazgo, comodidades, al final del día se sienten solos y vacíos porque lo que tienen no lo pueden compartir con nadie.
Por eso Jesús hoy te dice con su vida misma que no hay Pascua sin cruz, ni vida sin muerte… Pues para poder tener una vida familiar tranquila, armoniosa, feliz, necesitas dedicarle tiempo, paciencia, tolerancia; es decir, morir a tus egoísmos.
¿Estoy dispuesto no sólo a cargar mi cruz, sino a abrazarla muriendo yo a mi egoísmo, a mi comodidad, a mi pereza para dar vida real y verdadera a otros?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Patricia de la Paz Rincón Limón
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