Manso Maestro, y humilde también

por | Jul 2, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es manso y humilde. Y nos llama a aprender de él, para que encontremos descanso y alivio.

El evangelio del domingo pasado nos habló del costo de seguir a Jesús (Mt 10, 37-42). Y se presentó exigente el Maestro. Reclamaba él lealtad total. Aun a costa de penosa ruptura de la familia y de gran sacrificio. En cambio, el evangelio de hoy dice que el Maestro es manso y humilde. Y el yugo que él «vende» es llevadero, y su carga ligera.

Por supuesto, el exigente no es otro sino el manso. Solo que no entiendo yo de una vez para todas. Es que Jesús trasciende lo que los hombres podemos comprender o decir de él en un momento dado.

Lo del exigente, por un lado, indica que no debemos engañarnos a nosotros mismos. Es decir, no hemos de pensar que Jesús no nos pedirá cuentas. Pensar así es burlarnos de su gracia, que tanto más sobreabunda cuanto más abunda el pecado (Rom 5, 20; Gal 6, 7). Es hacer lo que los que, por ambición y codicia, desprecian al Señor (Sal 10). No es sino fundir un Jesús que me dice “sí” a todo» (Sin aguijón).

Por otro lado, lo del manso deja claro que el Mesías viene manso, montado en un asno. Pero aunque no cabalga victorioso, igual dice y hace la verdad y la justicia (Sal 45, 4). Exigente, aboga él fielmente por el derecho. Pero manso, no vocea por las calles ni quiebra la caña cascada (Is 42, 2-4).

Lo nuevo del manso y humilde

Así que no hay que confundir la firmeza de Jesús con el poder que se buscan los del mundo. Tal confusión nos lleva a convertir la fe cristiana en una religión mágica de interés y miedos. Y no es improbable del todo que tal religión nos lleve a codiciar los bienes de los demás. A despreciar también y explotar a los demás y a abusarnos de ellos y de nuestra casa común.

Para guardar la verdadera religión, hemos de ser de la gente sencilla. Pues el Padre les revela a los sencillos estas cosas que se las esconde a los sabios.

Y esto forma parte de lo nuevo que hace Jesús. Es que el Padre se lo ha entregado todo. Y nadie conoce al Padre sino él, y aquel a quien él se lo quiera revelar. Y lo revela como el Dios que despide vacíos a los ricos y enaltece a los humildes. Sí, también los colma de bienes a los hambrientos, incluso del carne y la sangre de Cristo. Sí, Dios escoge lo que no cuenta para anular lo que cuenta.

Señor Jesús, por tu Espíritu, concédenos ser de ti y de los pobres que guardan la verdadera religión (SV.ES XI:120, 462). Haznos creer, palpar y saborear las palabras de vida. Y que nos resulten llevaderas y ligeras las enfermedades, aflicciones y necesidades, ayudados (san Agustín) y enseñados por ti, que eres manso y humilde.

5 Julio 2020
14º Domingo de T. O. (A)
Zac 9, 9-10; Rom 8, 9. 11-13; Mt 11, 25-30

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